Estaremos de acuerdo con Paul McCartney, en que las ballenas son hermosas criaturas, maltratadas por el ser humano, cazadas de forma despiadada hasta el borde de la extinción. Sin embargo ahí siguen, afortunadamente, inasequibles al desaliento. Como plasmara Henry Melville en Moby Dick: "No hay locura de los animales de este mundo que no quede infinitamente superada por la locura de los hombres".
Con esa tenacidad, entre la locura y la cordura, se ha mantenido Brendan Fraser, un actor que lo tuvo todo y bajó a los infiernos de la forma más cruel posible. Del fondo ha salido a la superficie, como un magnífico ejemplar, en The Whale (La ballena). El actor ha resucitado, literalmente, de la mano de Darren Aronofsky, que ya tendió su mano a otra gloria como Mickey Rourke en El luchador. Y en verdad hay varios paralelismos entre una y otra cinta.