Siempre existirá el absurdo debate de qué fue mejor: la película o la novela en la que se basa. Es imposible que una película aborde todos los aspectos, tramas y subtramas que aparecen en un libro, por lo que en la mayoría de los casos, la gente preferirá la novela. Lo más sensato y a veces difícil es huir de las comparaciones y disfrutar de ambas.
En mi caso no sabría qué decir, si prefiero la versión cinematográfica de En el nombre del Padre, Serpico, Blade Runner o las novelas en las que se fundamentaron y que me atraparon entre sus capítulos en mis ratos libres. Lo mismo me pasó con Las normas de la casa de la sidra. La novela de John Irving -Príncipes de Maine, Reyes de Nueva Inglaterra- es una de las mejores lecturas que he tenido, por lo que las reservas a la hora de ver el filme que en el año 1999 rodaba Lasse Hallström eran más que razonables.
En mi caso no sabría qué decir, si prefiero la versión cinematográfica de En el nombre del Padre, Serpico, Blade Runner o las novelas en las que se fundamentaron y que me atraparon entre sus capítulos en mis ratos libres. Lo mismo me pasó con Las normas de la casa de la sidra. La novela de John Irving -Príncipes de Maine, Reyes de Nueva Inglaterra- es una de las mejores lecturas que he tenido, por lo que las reservas a la hora de ver el filme que en el año 1999 rodaba Lasse Hallström eran más que razonables.
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(Foto: IMDB) |