¡Qué tramposa es la muerte! Sally Field le decía a Tom Hanks en Forrest Gump, que la muerte forma parte de la vida. Y Max von Sydow le daba jaque en El séptimo sello. La muerte está donde menos te lo esperas, acechando. Sabe camuflarse y mostrar su cara en el momento preciso. Cuando más confiado estás, te tiende su trampa y ya eres suyo.
La trampa de la muerte no solo es una alegoría de la vida, sino también una de esas joyas escondidas del cine de los ochenta. Concretamente: 1982, cuando el eterno Sidney Lumet adaptaba a la gran pantalla la novela de Ira Levin. Una mezcla entre la intriga, la comedia negra y el crimen, con un aire muy teatral y un reparto encabezado por Michael Caine y Christopher Reeve, que están perfectos.