Que la vida es como un río, que no se puede tocar el mismo agua dos veces, porque la corriente que ya ha pasado no va a volver a pasar es, además de una frase propia de un motivador barato, una obviedad. Todos los momentos son únicos y por lo tanto irrepetibles. Alguna situación se puede parecer a otra pero, en ningún caso, será igual por diversos factores.
Por eso, decir que el verano de 1969 fue irrepetible sería caer en la simpleza de una frase hecha, pero sin duda nos encontramos ante uno de los periodos estivales más movidos de la historia reciente. El Festival de Woodstock, con toda su mística y artistas legendarios participantes, junto al mediático asesinato de Sharon Tate y a otras cuatro personas y el bebé que la actriz esperaba para dos semanas después de ese fatídico 8 de agosto, fueron dos de los hechos relevantes de ese verano. Pero sin duda, el momento cumbre fue la llegada del hombre a la luna, el 20 de julio de 1969. En Fly Me to the Moon nos hablan de ello.