Reconozco que hay pocas sensaciones iguales a sentarte en una sala de cine, esperar a que las luces se apaguen y la pantalla te transporte a otros países, a ser el testigo de otras vidas, de aventuras, comedias o dramas. De viajar en el tiempo a otras épocas que, aunque hayas leído sobre ellas, no tenías imágenes, salvo las que crea la mente a través de la imaginación. Siempre estaré en deuda con los hermanos Lumiere, inventores del cinematógrafo, por ser la vela que encendió otras velas, aquellas de genios como Chaplin, Wilder, Scorsese y tantos otros que nos han dado horas y horas de disfrute.
Uno de esos cirios creativos y genuinos pertenece a Damien Chazelle. Un tipo capaz de sorprender a crítica y público con Whiplash, de confirmarse como un gran director recuperando y reverdeciendo un género como el del musical a través de La La Land o llevándonos a la luna en First Man, más de 100 años después de que, otro genio como George Melies, nos indicase que el camino más corto y seguro para conocer el satélite lunar era a través de una cámara cinematográfica. Pues bien, ahora, el director de Providence se permite el lujo de engordar su ya meteórica carrera con una carta de amor a su profesión, aquella que, vistas sus películas, podemos decir que le corre por las venas, a un arte para el que ha nacido: el cine.Babylon es una maravilla. Ya desde su prodigioso prólogo en el que te prepara para todo el torrente que te va a arrastrar a continuación durante algo más de tres horas. La radiografía que Chazelle realiza a los años 20 en la industria de Hollywood es impecable. Sus excesos, sus fiestas, orgías, frenesí, toda esa montaña rusa que llevaba a los que formaban parte de, como dicen sus protagonistas: El lugar más mágico del mundo.
Y tenían razón. Cuando Nellie LaRoy -Margot Robbie- se presenta a su primer rodaje, vemos como en esa parte del desierto californiano están filmando, simultáneamente, películas cuyos escenarios emulan al Antiguo Imperio Romano, aventuras que se desarrollan en el África colonial o en la lejana China, mientras que a unos pocos metros de distancia otra cámara capta a un grupo de personajes dentro de un salón en el lejano y nevado oeste. Todo al mismo tiempo, en el corazón de una industria incipiente en aquella primera parte del siglo XX.
Magia, por otra parte, es lo que hace Chazelle con la cámara. El director consigue que el espectador se sienta parte de esas fiestas desenfrenadas y orgiásticas dando una lección del uso de la steady cam. Primeros planos de esa locura de la que todo el mundo quería formar parte y disfrutar se mezclan con otras tomas y travellings realizados con la grúa de cámara, dejándonos claro que la dirección artística en este film es portentosa.
Prodigioso trío protagonista
A lo largo de todos sus filmes hemos visto como Damien Chazelle es, entre otras muchas cosas, un gran director de actores. Esto, que se habrá repetido hasta la saciedad con otros grandes cineastas, no es un tema baladí. Puedes tener una gran historia entre manos, un gran presupuesto para contratar estrellas, pero si no consigues sacar de ellas el mayor partido posible, estarás errando en una de las facetas más importantes de un director.
Eso aquí no pasa; todo lo contrario. Tanto Margot Robbie, como Brad Pitt y un semidesconido Diego Calva están sublimes en sus roles. La primera se come la pantalla. Su personaje, el de una soñadora que anhela hacer fortuna en la creciente industria del cine, rebosa sensualidad, carácter y malas formas a partes iguales. Un cóctel explosivo que pone patas arriba el Hollywood de los años 20.
Por su parte, Pitt da vida a Jack Conrad, la estrella del momento en el cine mudo. Un galán con una vida privada azarosa que, para la productora que le tiene en nómina, era un diamante en bruto, un generador de riqueza constante y, a pesar de su éxito profesional, un hombre repleto de complejos a la hora de considerar su profesión como un verdadero arte.
Una industria despiadada
Pero no todo era bondad en en el cine norteamericano de los años 20. En gran parte era una industria despiadada. Utilizaba a los intérpretes como meros instrumentos que si dejaban de generar riqueza caían el olvido -algo que también ocurre en la actualidad-. Sin embargo, la vida de los actores y actrices estaba en constante compromiso.
Rodajes peligrosos que acababan en algunos casos con la muerte de un actor que era tapada o disimulada para evitar los escándalos. En este sentido, la crítica de Chazelle hacia el Hollywood de los años 20 no pasa desapercibida, poniendo en solfa algunas muertes -la de un operador de cámara o la de un extra- en parte del metraje.
No es la única denuncia que el director se permite durante esas más de tres horas. Salvaje es la comparación -con cucarachas- que hace acerca de los analistas de cine, de los críticos profesionales que podían hundir carreras e incluso vidas con su afilada pluma.
Las estrellas del espectáculo tampoco se quedan aparte, dejando claro que, a pesar del éxito profesional, no eran más que juguetes -en algunos casos con personalidad muy débil-, que tenían todas las papeletas para romperse en pedazos. La escena de la lucha con la serpiente es uno de los mejores -y más espectaculares y gozosos- del filme.
El 'progreso' que acabó con una era
No debemos detener el progreso, dice Jack Conrad cuando el cine sonoro va adquiriendo fama e imponiéndose al cine mudo. Más que no deber, no pudieron. Bien es sabido que el fin del cine mudo supuso a su vez el ocaso de estrellas rutilantes como Chaplin, Buster Keaton o Harold Lloyd. En Babylon, el crepúsculo de esos dioses terrenales que copaban las películas más importantes queda retratado a la perfección. Tras dos horas de espectáculo y, porque no, diversión, la trama adquiere tintes dramáticos que hacen que nos encontremos ante un filme redondo.
Las otroras estrellas del cine mudo se dan cuenta de que la nueva realidad les sobrepasa. Arrinconados, incapaces de adaptarse, son conscientes de ciertas limitaciones, se dan cuenta de que sus voces, sus expresiones no conectan con el gran público. Han sido sustituidos por otros nuevos galanes, otras nuevas reinas del celuloide; la época del slapstick, de la comedia física, del romance mudo ha terminado.
Una de las películas del año
Nos encontramos sin duda ante uno de los mejores estrenos del año, llamada a ser de las películas del año. Difícilmente veremos una obra más espectacular en la gran pantalla. Incluso una semana después de haberla visto en una sala de cine, sigo emocionado y extasiado por el desenfreno, por la vitalidad, por los momentos de alegría, tristeza y emoción que la película de Chazelle te transmite. Por ese espectacular epílogo que quizá sea el mayor y mejor canto al séptimo arte. Por las lágrimas de Manuel Torres frente a una pantalla de cine.
Quizá ahora estemos viviendo otro momento de cambio. La gente prefiere la comodidad del hogar, con sus plataformas online en las que disponen de un gran catálogo de películas y series. Pero nunca será como asistir a una sala de cine, sentarte en tu butaca y esperar a que los créditos iniciales dejen paso a una historia en la que sumergirte y disfrutar rodeado de extraños con los que compartes afición y placer.
Babylon es la carta de amor al cine de un genio. Damien Chazelle deja claro que el cine es un arte. Hay una escena en la que el personaje interpretado por Brad Pitt le explica a su tercera esposa -Katherine Waterston- una petulante actriz de teatro de Broadway porque ellos, los actores y actrices de Hollywood, son artistas.
La importancia del cine para la sociedad, el fácil acceso que tiene el público para disfrutar de las películas y su combinación de diferentes ramas artísticas en una sola hacen que esta, nuestra afición, sea maravillosa. Una película que bebe de Como plaga de langosta, Así empezó Hollywood y Boogie Nights y que está destinada a convertirse en uno de los grandes títulos del año. No dejéis pasar la oportunidad y acercaros a vuestra sala más cercana para disfrutar de esta master piece, para disfrutar de Babylon.
Ficha Técnica
Título original: Babylon
Año: 2022
Duración: 188 min.
País: Estados Unidos
Director: Damien Chazelle
Guión: Damien Chazelle
Música: Justin Hurwitz
Fotografía: Linus Sandgren
Reparto: Margot Robbie, Brad Pitt, Diego Calva, Jovan Adepo, Li Jun Li, Lukas Haas, Katherine Waterston, Flea, Tobey Maguire, Max Minghella, Samara Weaving, Olivia Wilde, Jean Smart, Olivia Hamilton, P.J. Byrne, Eric Roberts, Ethan Suplee, Spike Jonze, Patrick Fugit, Jeff Garlin, Cutty Cuthbert, Karina Fontes
2022: Critics Choice Awards: 9 nominaciones incluidas mejor película y director
2022: Sindicato de Actores (SAG): Nominada a Mejor Reparto.
Puntuación: 10/10
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