Siempre me ha fascinado la frase de Jean Paul Sartre: El infierno son los otros. Incapaz de aceptar sus miedos, abrazarlos y trascenderlos, el ser humano ha tendido a lo largo de la historia a mirar fuera lo que siempre estuvo dentro; a culpar a su hermano, al vecino o al extraño de su particular desdicha. Por no reconocer que es el origen y solución de su infortunio, ve en los otros al responsable de sus calamidades y penas.
Frente a esto caben dos respuestas: una triste y retraída, dejarse reconcomer por el odio en vez de asumirlo como propio y liberarlo; o expulsarlo hacia afuera, en un acto de violencia. Se llega a un punto de no retorno, donde el 'demonio' del rencor y la inquina se ha adueñado de la esencia del ser, y se ejecuta un plan de venganza hasta sus últimas consecuencias.
La película cuenta la historia de Antoine (Denis Ménochet) y Olga (Marina Foïs), un matrimonio francés que llegó hace tiempo a una aldea del interior de Galicia. Como agricultores pasan su vida en armonía con la naturaleza y gran parte de sus vecinos, salvos los hermanos Anta (Luis Zahera y Diego Anido), que les presionan para que acepten la mísera oferta de una multinacional eólica que quiere instalar sus molinos en estas tierras.
Ese dinero es una suerte de bote salvavidas para los Anta, pero la pareja gala no está por la labor de romper su proyecto de vida por un puñado de euros. Los intereses de ambos llegan a un callejón sin salida, tornando la apacible convivencia en un infierno desatado en la Galicia profunda.
El miedo desemboca en violencia
Pero si hay especialmente un culpable ese es su vecino, representado por un grandullón aparentemente bonachón, como Denis Ménochet (fantástico, también). Al contrario que Zahera, él sí sabe lo que es el amor. De hecho, ello lo trajo a Galicia, junto a su esposa. Por lo tanto, lo ha experimentado, lo ha trabajado y sigue haciéndolo a través de sus huertos. Para él, esta tierra es un premio, en contraposición al castigo que supone para su vecino, que cree obrar en posesión de la verdad absoluta, la egocéntrica razón propia, por el simple hecho de haber nacido allí.
En definitiva, son dos proyectos de vida distintos, dos trenes con sus propios intereses a punto de chocar. En verdad parece evidente e incluso justificable tomar partida por uno, en apariencia más amable, el que representa Ménochet que, por el otro, el de Zahera. Pero Sorogoyen y Peña huyen de las evidencias, en un claro acierto narrativo, como el hecho de mantener los versión original, imprescindible para adentrarte en esta historia de violencia.
De forma que una escribe sin enjuiciar y lo otro lo capta con su cámara, ayudado por un paisaje agreste, símbolo de la barbarie que estamos presenciando, por momentos hasta inquietante y siempre dolorosa. Sabes que se masca la tragedia y aún así, nunca acabas de estar preparado.
Estas son las razones, el miedo que desembocó en violencia. Dos caras de una misma moneda, que pierde finalmente su valor atrapado en el odio y en el rencor. Es más, hay una escena concreta, de los hermanos Anta y 'el francés' bebiendo en el bar de la aldea, donde todos exponen sus razones, que evidencia el buen trato argumental de director y guionista. Uno de los momentos álgidos de una película, en perpetua tensión y donde el miedo acaba venciéndolos.
Marina Föis, la luz entre tinieblas
Marina Föis representa la humanidad que se aleja de la bestia, de la barbarie. Un papel simbólico en una película llena de simbología, que juega perfectamente con ese misticismo gallego. A ello contribuye una abstracta banda sonora, que toca las notas idóneas para la presión que ejerce la obra. Y por supuesto su fotografía, brillante.
Pese al vigor que le imprime a la obra, el desenlace que proponen Sorogoyen y Peña a mi me deja particularmente frío, teniendo en cuenta al punto de ebullición al que nos han ido llevando en sus poco más de dos horas de duración. Me ocurrió lo mismo con El Reino o Antidisturbios, no así con Stockholm y Qué Dios nos perdone.
Sea como fuere, ese punto final y pasar de puntillas por la estafa de las eólicas, no desluce el trabajo conjunto de una película dura, cruel y desagradable por momentos, pero donde afortunadamente tiene hueco la compasión. Una cinta, As bestas, que te sacude e invita a reflexionar sobre la importancia de mirarse hacia dentro, aceptarlo y ver limpio hacia afuera.
Ficha Técnica
Título original: As bestas
Año: 2022
Duración: 137 min.
Género: Drama / Thriller
País: España
Dirección: Rodrigo Sorogoyen
Guion: Isabel Peña, Rodrigo Sorogoyen
Música: Olivier Arson
Fotografía: Álex de Pablo
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