lunes, 14 de febrero de 2022

'Licorice Pizza': Oda al amor en el Valle de San Fernando

Gary Valantine -Cooper Hoffman- ve a Alana Kane -Alana Haim- y se enamora de ella. Un flechazo en toda regla, que constituye el argumento de la nueva película de Paul Thomas Anderson: Licorice Pizza. Una idea principal que encierra no solo una gran historia de amor entre un chico y una chica, sino una carta de amor a una ciudad, el Valle de San Fernando, y a una época, los años 70. Y eso, en manos de un director como PTA es una auténtica delicatessen.

Desde el primer fotograma te das cuenta que vas a asistir a algo especial. La historia entre un atrevido chaval de 15 años, que invita a cenar a una chica 10 años mayor que él. Ese optimismo que presenta el bueno de Gary Valantine ante las barreras y el carácter arisco al principio de Alana, te recuerdan a algunos momentos de tu adolescencia, en la que no había ni temor ni complejos, en los que el atrevimiento propio de la edad te gobernaba y como decían Marvin Gaye y Tammi Terrell: No hay montaña alta, no hay valle bajo, no hay río lo suficientemente ancho, nena -Ain't no mountain high enough, ain't no valley low, ain't no river wide enough, baby- cuando el amor llama a tu corazón. Especialmente el primer amor.

viernes, 11 de febrero de 2022

'CODA': El 'patito feo' que cantaba como un cisne

Lo has visto muchas veces: un 'drama happy'. La historia del patito feo, que frente a las adversidades, se convierte en cisne. Es repetitivo, sí, pero en casos como CODA, último trabajo de Sian Heder, no produce indigestión. Ahora bien, cabría cuestionarse si es necesario recurrir a estas píldoras reiterativas, o si estamos ante otro evidente síntoma de la falta de ideas en Hollywood. El eterno debate de los remakes.

Ya decía el genio poeta, filósofo y naturista alemán, Johann Wolfgang von Goethe, exponente del Romanticismo, que: "La originalidad no consiste en decir cosas nuevas, sino en decirlas como si nunca hubiesen sido dichas por otro". Mientras que para otro legendario como Haruki Murakami: "La originalidad no es más que una imitación hecha con juicio".

miércoles, 9 de febrero de 2022

'Almas de metal': El parque temático para "gozar" del sexo, la violencia y un terrorífico Yul Brynner

El parque de atracciones del futuro, hoy. Así se vendía allá por 1973 Westworld, traducida en España como Almas de metal, la ópera prima de Michael Crichton como director, responsable también del guion. Y además, punta de lanza de otra de sus obras, Parque Jurásico, y desde luego, inspiración para los guionistas de Los Simpson (Racapiquilandia), Terminator y los creadores de la serie homónima de HBO, en 2016, por citar ejemplos obvios.

Sobre la carátula del DVD, recomendada por mi querido hermano y cocreador de Argoderse, leo que por 1.000 dólares al día, los turistas pueden disfrutar sus vacaciones en este parque temático. Se puede destrozar un bar, escapar de la cárcel, visitar un burdel o batirse en duelo con un pistolero. Todo es seguro, ya que los androides están programados para no dañar nunca a los clientes. Pero no todos los androides están de acuerdo con este programa. 

miércoles, 2 de febrero de 2022

'Belfast': Un ejercicio de sanación, una patada a la intolerancia en la infancia de Kenneth Branagh

Recuerdo cuando ir al cine de pequeño se convertía en el acontecimiento del año. A la par con ir al videoclub los viernes por la tarde. Jugar el partido de fútbol en el recreo era poco menos que la final del Mundial, y si la chica que se sentaba tres pupitres delante de ti, se giraba y te ofrecía su mejor sonrisa, el colegio bien merecía aquellos madrugones y deberes. 

En verano, con tu hermano y amigos, las chapas eran las 24 horas de Le Mans, y cómo no, el fútbol. Pero eso todo el año. Que ganara el Real Madrid, claro. E ir al pueblo a ver a los abuelos, algo único los meses de junio, julio y agosto. Las sillas a la fresca, el corte de helado y el juego del abuelo y el nieto eran imbatibles, entonces.

En aquella infancia no sabía que más de veinte años después, me sentaría en una butaca y Kenneth Branagh, con el que crecí en su sempiterna adoración a Shakespeare, iba a captar toda esa inocencia en Belfast, una emocionante y maravillosa aproximación a su niñez, a la mía, a la de cualquiera. Ciudad que, por cierto, visité durante seis días con los amigos de la Universidad, en otro viaje inigualable.

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