Es el fenómeno de masas del momento, y con razón. Netflix ha vuelto a triunfar con los nueve primeros capítulos de El juego del calamar a base de glutamato y potenciador de vicios humanos, a lo que quien más quien menos sucumbe en algún momento del día. Hedonismo puro y duro, desde Corea del Sur, en su tinta.
En síntesis, cientos de coreanos con deudas, deciden aceptar la invitación a una extraña serie de juegos, cuyo premio final son miles de millones de wones. El cebo es el mismo de siempre: el dinero. Una vez metidos en el ajo, estos desgraciados descubren que la otra cara de la moneda se paga con la propia vida, abocados a enfrentarse a una serie de pruebas letales donde el dinero ya no es el principal motor del juego.
Así empiezan a crecer alianzas, fobias y filias entre los participantes. Todos quieren el premio, sí, pero sus protagonistas comienzan a perderlo de vista, para solamente imponerse a sus rivales por aquello del ego y el orgullo. La serie empieza a evolucionar hacia algo más psicológico, donde se dan todos los cánones del juego puro y duro, hasta logar un trabajo trabajo del que todo el mundo habla y, como es obvio, habrá continuación.
Es un vicio de serie, sí. Muy mal se te tiene que dar si mezclando el dinero, la corrupción, la violencia, las élites del poder, juegos de críos y una serie de teorías conspiranoicas, no enganchas a la masa de público que solo quiere pasar un buen rato frente a su plataforma. E igualmente, si añades algo de simbología, señales subliminales que reposan en el subconsciente, para salir a flote posteriormente, te ganas a ese otro segmento más esnobista que, al fin y al cabo, busca lo mismo que la masa, pero se niega a reconocerlo.
El hombre es el animal más peligroso de todos
Hwang Dong-hyuk, guionista y director de El juego del calamar, aliña todo eso con un desarrollo narrativo tenso y por tiempos: unas veces vertiginoso, otros al ralentí, brindando finalmente un producto entretenido y de fácil digestión. Ahora bien, que nadie se espere un tratado del Marques de Sade, pues todo está medido en su tono justo.
Ni es tan gore, ni original como se presuponía. Estimulante, más bien. Pero me viene a la cabeza uno de los primeros booms del Hollywood clásico: The Most Dangerous Game, traducido al español como El malvado Zaroff, cuyo leitmotiv: "El hombre es el animal más peligroso de todos", repica en cada uno de los capítulos de El juego del calamar.
Sobre la película de Irving Pichel y Ernest B. Schoedsack ya hablamos en estas líneas, pero para recordarlo, el clásico presenta a un conde que vivía en una isla del Pacífico, manipulaba las boyas de navegación para que los barcos se extraviarán y naufragarán en su isla (sí, una isla), y a los supervivientes los agasajaba con todos los lujos, para después cazarlos de la forma más variopinta. Hasta que uno de ellos se revelaba.
Parecido no es lo mismo, que dirían Faemino y Cansado, pero ya tenemos el gancho para la segunda temporada. Y obviamente no desvelaré nada más de la serie de moda. Solo que, como La purga, es darle una vuelta de tuerca más a esos oscuros placeres humanos y que la publicidad y el boca a boca hagan el resto.
Ficha Técnica
Título original: Squid Game (TV Series)
Año: 2021
Duración: 9 capítulos. 60 minutos por capítulo aprox.
Género: Fantástico / Acción / Thriller / Series
País: Corea del Sur
Dirección: Hwang Dong-hyuk
Guion: Hwang Dong-hyuk
Reparto: Lee Jung-jae, Park Hae-soo, Jung Ho-yeon, Oh Yeong-su, Heo Sung-tae, Anupam Tripathi, Wi Ha-joon, Kim Joo-ryoung, Yoo Sung-joo, Lee Yoo-mi, Kim Si-hyun, Lee Sang-Hee, Kim Yun-tae, Lee Ji-ha, Kwak Ja-hyoung, Chris Chan Lee, Gong Yoo, Lee Byung-hun, Kim Yeong-ok, Ah-in Cho, Kang Mal-geum, Park Hye Jin, Greg Chun, Stephen Fu, Paul Nakauchi, Hideo Kimura, Donald Chang
Puntuación: 7/10
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