Año 2004. Friends pone punto y final a diez años de dominio televisivo, como una de las series más reconocidas y vistas de la historia. No es para menos, pues desde que aparecieron por primera vez en 1994, Chandler, Phoebe, Ross, Monica, Joey y Rachel han conquistado el corazón de generaciones del planeta, entre los que me encuentro. Cada capítulo se convertía en una experiencia vital propia, un episodio del que siempre sacabas algo con lo que experimentar en tu día a día. Tal ha sido su poder desde entonces.
Porque yo, como muchos de los que podéis estar leyendo esto, crecí viendo Friends en esa franja gratuita que ofrecía Canal + por entonces. Este grupo de neoyorquinos se colaba por la tele a mediodía como un miembro más de la familia, y con su final algunos nos quedamos un poquito huérfanos. Si bien he de reconocer que en las últimas temporadas la frescura de los personajes empezaba a perder fuelle y era necesario cortar por lo sano.