El 20 de mayo de 1506 moría en Valladolid Cristóbal Colón, a causa de la gota. Cuentan las crónicas que falleció prácticamente solo, abandonado y menospreciado por sus adversarios, que siempre le vieron como una amenaza a pesar de sus hazañas.
La historia la escriben los ganadores. Cuánto de verdad y ficción hay en el mito de Colón siempre será un misterio, pues mientras para unos fue un avaro, movido solo por los intereses de riqueza y poder, para otros resultó un visionario, un humanista que abrió el Nuevo Mundo al Viejo. Legado que recogió -interesado claro- el hijo menor del genovés. Y al final como siempre ocurre, entre uno y otro bando, en el medio se hallará la virtud.
No hay que olvidar que Colón era marino mercante y hombre de negocios, por lo que eso de amasar fortuna por encima de todo no le era un sentimiento ajeno. Ahora bien, el espíritu plus ultra de la época, a buen seguro que le movió para emprender uno de los viajes más fascinantes de la historia de la humanidad. Eso, y coincidir en tiempo y forma con una mujer impresionante como Isabel de Castilla, la precursora del cambio de época de la Edad Media a la Edad Moderna.
En fin, que la figura de Colón da para una extensa bibliografía y también filmografía. Y en esta última, la que nos ocupa, destaco una película que recientemente pude ver, como 1492: La conquista del paraíso, dirigida por Ridley Scott, con guión de Roselyne Bosch. Y confieso que lo hice movido por el romanticisimo de una banda sonora, compuesta por Vangelis, que pone los bellos de punta.
La historia, de por sí atractiva, hizo el resto para darle una oportunidad a ese Scott que en temas históricos suele ser un chovinista propagandista de cuidado. Vale que el cine, en cuanto arte, no está obligado a plasmar los hechos históricos tal cual, sobre todo cuando hay muchas aristas sobre el personaje en cuestión. Y desde luego, viva la libertad creadora.
Ahora bien, cuando a la ficción del largometraje le empiezan a pesar esas soflamas, más interesadas en darle una patada en el culo la historia de España, pues la cosa cambia. No hay que olvidar que Scott, de no ser por los elementos que le jugaron una mala pasada a Felipe II, hoy lo mismo se apellidaba García. Los británicos han contribuido y mucho a construir esa leyenda negra acerca de la Monarquía Hispánica española, asentada sobre Isabel y Fernando. Y a la mínima que pueden lo expresan sin pudor alguno.
Con 50 millones de dólares de presupuesto, en 1492: La conquista del paraíso Ridley Scott no iba a desaprovechar esa oportunidad ya desde el inicio, presentando a una España "de miedos y supersticiones". Algo que no casa con la realidad, si vemos que ese mismo año se culmina la Reconquista de la Península Ibérica, expulsando a los moros a su lugar de origen, África, de donde invadieron Europa en el año 700, para gloria de una reina, Isabel 'La Católica', que ya digo, pone las primera piedra para el cambio de era.
Cuesta entender, además, que un país de "miedos y supersticiones" sea capaz de financiar la expedición de un Cristóbal Colón y aceptar sus condiciones sin pero alguno. Así, tras llegar el 12 de octubre de 1492 a la isla de Guanahani, en las Bahamas, añade a su condición de navegante y cartógrafo, la de almirante, virrey y gobernador general de las Indias Occidentales al servicio de la Corona de Castilla. Curioso cuanto menos lo que hace el "miedo" y la "superstición".
Pero en fin, eso a Scott le da igual, y ya digo, aprovecha el filme para atizar a España. Ayudado claro, por el guion de la periodista, guionista y directora francesa Roselyne Bosch, de padre catalán exiliado durante el Franquismo y madre italiana. Lo dicho, que teniendo en cuenta eso -franceses y británicos-, ya te puedes hacer una idea de qué va a ocurrir a la mínima que haya ocasión.
De la épica de Vangelis, a un gran Gérard Depardieu
Pero si te abstraes de la perorata de guionista y director, ciñéndote a los estrictamente artístico, puedes conseguir disfrutar del cine de aventuras puro y duro, con una magnífica presentación -vestuario, fotografía y banda sonora- y un reparto que, aunque desigual, está más que bien. Empezando por Gérard Depardieu, que da vida a Colón.
Con muchísima personalidad, el galo se echa a las espaldas todo el peso de la trama, protagonizando momentos de gran cine y tensión con Armand Assante o Michael Wincott, perfectos en sus roles de teóricos villanos -desde la perspectiva británica, claro- Sus disputas sobre riqueza y poder son de lo mejor, en cuanto a la vertiente dramática. Wincott, un actor que no sé por qué desapareció, teniendo un sobrado talento.
Igual de cautivador es el momento en el que dos civilizaciones, dos mundos, se encuentran por primera vez en mitad de la selva, tras un viaje que lleva a los personajes al límite. Esa reconstrucción está muy lograda, lo confieso, pero de nuevo las licencias ponzoñosas de Scott y Bosch a punto están de echarla al traste, empeñados en dibujar un Colón pacifista y dejar a los españoles como sanguinarios conquistadores. Cuando no una reina, interpretada por Sigourney Weaver, sacada casi del cine erótico.
Es mezquino y vil tratar de ensuciar todo ese legado, teniendo en cuenta la Real Provisión firmada en Sevilla, el 20 de junio de 1500, por lsabel de Castilla, y once años más tarde las Leyes de Burgos. Me gusta el Ridley Scott cineasta, pero el pseudohistoriador puede irse al infierno, ciertamente. Sobre todo si se pensaba que éramos tontos o algo por el estilo.
Menos mal que Vangelis reconduce todo ese espíritu vengativo de quien está a los mandos de 1492: La conquista del paraíso. Insisto en el poder de la imagen y el sonido para poder disfrutar de este largometraje. También en el sobrado mérito del reparto. Solo así puedes disfrutar de esta obra.
Qué lástima, porque aún pudiendo escoger el bando de vanagloriar a Colón, era innecesario pisotear al resto. Sobre todo porque no aporta nada al peso argumental. Y ya me pasó lo mismo con Aguirre, la cólera de Dios, o la española Oro. Qué manera de estropear una buena historia.
No hay ni héroes ni villanos, simplemente personajes que defienden sus intereses. Por lo que desde una posición superior, que es la que te otorga ser director, podías haber plasmado sin juicio algo tan portentoso como el 'Descubrimiento de América' y que cada uno saque sus conclusiones. Eso es ver al espectador, que finalmente es quien te soporta, Ridley, como alguien adulto. Lo que demuestra que Tony era el visionario. En fin, otra vez será.
Ficha Técnica
Premios: 1992: Globos de Oro: Nominada a Mejor Banda Sonora (Vangelis)
Puntuación: 7/10
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