Al cine de aventuras no hay que pedirle mucho más allá de su propio significado. Es decir, toda película incrustada en este género debe ser, como mínimo, emocionante y peligrosa, o al menos lo suficiente como para moverte en más de una ocasión del sofá o la butaca, por el impacto de su historia e imágenes. El cine de aventuras, al menos el que a mi me atrae, es el que pone el entretenimiento por encima de todo, y a partir de ahí, si deja algún hueco abierto a ciertas reflexiones, pues tanto mejor. Pero no es este su cometido.
Este es el caso de La presa desnuda, escrita, dirigida y protagonizada por Cornel Wilde, que nos traslada a la Sabana africana a finales del siglo XIX, donde da vida a un guía de safari para cazadores y traficantes de marfil.
En una de sus expediciones, Wilde y el equipo se topan con una tribu a quienes aconseja agasajar con algún regalo, como señal de respeto por cruzar sus tierras y evitar así cualquier conflicto. Sin embargo, el arrogante y gordo europeo jefe de la misión se niega, ofendiendo a los nativos que les emboscan durante un descanso.
Solo unos pocos son apresados y llevados ante el señor tribal, que decide las peores torturas para los expedicionarios, excepto a Wilde. Como el guía se mostró afable para evitar la lucha, le ofrecen la oportunidad de conservar su vida en lo que llaman 'La prueba del León'. Desnudo y con tan solo un cuchillo, Wilde es abandonado en mitad de la Sabana, donde le persiguen los guerreros de la tribu a los que tendrá que enfrentarse, además de los peligros que la propia naturaleza africana le pone en su camino hacia la supervivencia.
Inspirada indirectamente en la historia real del explorador John Colter, The Naked Prey (título original) es una obra de referencia dentro del género, de la cual también se valió años más tarde Mel Gibson para hacer la magnífica Apocalypto. En este caso, La presa desnuda es salvaje, muy dura y desagradable por momentos, con una acción y un ritmo acorde al estrés que vive, sobre todo, el protagonista. Es una constante pelea a vida o muerte.
Si entras en ella, compartes todo el cóctel emocional desde los pies a la cabeza. Es contagiosa. De hecho, hay un momento de excitación al ver a sus captores impotentes frente a la fuerza de Wilde y el fuego, que su alegría te entra como un rayo por todo el cuerpo.
Y yo, porque desde el primer momento me posiciono a favor de un bando, aunque comprendo a todos. Eso es gracias a que Cornel Wilde hace una cosa fascinante, como es no juzgar a ninguno de los personajes de esta historia. Están dibujados de forma inmaculada, en la que cada uno tiene sus motivos para hacer lo que hace, que no son ni buenos ni malos, y corresponde al espectador sacar sus propias conclusiones de las intenciones de todos. Una forma de tratar al público como un ser inteligente y no aborregado (¡qué tiempos, los sesenta!).
Y aún con todo, entre tanta barbaridad y brutalidad, Wilde es capaz de reservar unos instantes para el amor y la comprensión más pura. Hablo de esas escenas entre el protagonista y la niña de una tribu a la que acaba de salvar de esclavistas. Esas miradas que los dos se cruzan y sus risas de complicidad son la vida en todo su esplendor.
África en Cinemascope
Si la historia que plantea La presa desnuda es lo suficientemente atractiva como para ganarte, Cornel Wilde tira de H.A.R. Thomson, responsable de la fotografía de películas como Los violentos de Kelly, para regalarnos una África al natural, sin filtros, y que en Cinemascope es espectacular.
Las grandes llanuras de Botsuana son también protagonistas de toda la obra. De hecho, la huida del protagonista es solo una metáfora del propio continente. Es un animal más dentro del ecosistema en el que la vida y la muerte están separadas por la carrera de un antílope, las fauces del león o el aguijón de un escorpión.
En esos momentos de impass, Wilde recurre al documental como valor añadido a una película que no hay que olvidar que está rodada en 1966. Lo digo porque las escenas de acción entre nativos y expedicionarios son rudimentarias, sí. No estamos ante una superproducción con rimbombantes efectos especiales y un estudio dispuesto a echar dólares como si no hubiera mañana. La presa desnuda es una película con recursos limitados, pero a los que se saca partido hasta el extremo.
Y es que no hay mejor plató de rodaje que el Planeta Tierra. Y esto es un ejemplo de ello.
Ficha Técnica
Título original: The Naked Prey
Año: 1966
Duración: 96 min.
Género: Aventuras / Drama
País: Estados Unidos
Dirección: Cornel Wilde
Guion: Cornel Wilde, Don Peters
Música: Edwin Astley, Andrew Tracey, Cornel Wilde
Fotografía: H.A.R. Thomson
Reparto: Cornel Wilde, Gert Van den Bergh, Ken Gampu, Patrick Mynhardt, Bella Randles, Morrison Gampu, Horace Gilman
Premios: 1966: Nominada al Oscar: Mejor guión original
Puntuación: 8/10
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