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martes, 8 de diciembre de 2020

'Mank': "Un guionista influye más en la opinión pública que un politicucho"

Ciudadano Kane es una obra maestra. No descubro nada, lo sé. Considerada como una de las mejores películas de la historia, podrá gustar más o menos su argumento, pero es innegable que Orson Welles (para mi la gloria se la lleva Campanadas a medianoche) revolucionó la forma de hacer cine hasta entonces conocida. Era el chico de oro del momento, con un talento innato para hacer cine. Y a eso se sumó la libertad que le dio la RKO, de rodearse de un equipo infalible, y crear arte desde esa posición. Era imposible fallar.

Entre los chicos de Welles estaba el guionista Herman Mankiewicz, el mayor de una familia de genios. El pequeño era Joseph, autor de otra de mis obras favoritas: Julio César. Pero hoy el protagonismo se lo lleva Herman, o más bien 'Mank', como le llamaban sus allegados (ahora que está de moda la palabra). Y además es el título de la película de otro de mis directores de cabecera: David Fincher

En su undécimo trabajo hasta la fecha, Fincher dirige el guion escrito por su difunto padre, Jack Fincher, allá por finales de los noventa. Y tiene guasa la cosa, pues no podría ser de más actualidad, la trama que desarrolla en poco más de dos horas. Manipulación electoral, 'fake news', cines y estudios con la soga al cuello por una crisis económica...Vamos, los eternos dilemas del ser humano en general, y de Estados Unidos en particular.

Gary Oldman es Mank, el guionista de Ciudadano Kane. Cómo se fraguó el texto de una de las películas más legendarias es, a priori, el leitmotiv de este nuevo triunfo -con matices- de Netflix. Pero más que nada, el filme supone una aproximación a aquel Hollywood de la década de los treinta, justamente posterior a la Gran Depresión, y de la sociedad americana del momento.

El crack del 29 fue un duro golpe para la economía mundial, pero especialmente USA, epicentro de la catástrofe bursátil. Industrias como la cinematográfica rozaron la catástrofe, y los grandes estudios necesitaban reinventarse para atraer al público a las salas (los problemas humanos siempre giran y vuelven al inicio).

Paralelamente a esto, la política se fijó en el séptimo arte como un instrumento de manipulación electoral. Era innegable, el abanico de posibilidades que ofrecía Hollywood a las élites del poder, para perpetuarse en la cúspide social a través de las cámaras. Como dice Gary Oldman en un momento determinado: "Un guionista influye más en la opinión pública que un politicucho". Y si añadimos al periodismo, dominado por William Randolph Hearst, la cuadratura del círculo es evidente. Este es el motor, pues, que hace arrancar a Mank.

"Siempre meto la pata por pasarme de listo"

Así tenemos en la coctelera cine, política y periodismo. Y quien tiene que agitarla es David Fincher. Ya está prácticamente todo dicho. La prueba son los diálogos que transforman estos ingredientes en un todo, teniendo uno de los mejores momentos cuando los hermanos Mankiewicz escoltan a Louis B. Mayer (Arliss Howard, el eterno recluta 'Cowboy'), por los pasillos de la Metro, y éste aborda la magia del cine en un plano secuencia brutal. Rodada en blanco y negro, con el audio, imagen y vestuario de la época, ese minuto es arte sin paliativos.

Como también la interpretación que pone encima de la mesa un Gary Oldman, al que cualquier apelativo se le hace pequeño. ¡Pedazo de actor! La mejor elección posible para dar vida a ese Herman que, como todo genio, es autodestructivo. Alcohólico y grandilocuente a partes iguales, solía pasarse de listo en más de una ocasión. Aquella libertad que enarbolaba, en una década en la que ésta estuvo a punto de volar por los aires y necesitaba de figuras así para su supervivencia, fue paradójicamente su talón de Aquiles.

Rosebud

Cualquier fanático de Welles conoce a estas altura el significado de 'Rosebud', la palabra pronunciada por Charles Foster Kane al inicio de Ciudadano Kane. Una alusión a cierta parte física de la actriz Marion Davis, quien fue pareja de William Randolph Hearts durante treinta años. Ella, en Mank, es una sobria Amanda Seyfried; y él, una buen Charles Dance, más allá de ser la cabeza de los Lannister. 

Pero hay que recordar que Fincher no es pionero en esto de acercarse al cómo se gestó esta maravilla cinematográfica de Welles. En 1999, Benjamin Ross dirigía para televisión RKO 281, con un reparto coral encabezado por Liev Schreiber, en el papel de Orson, y con James Cromwell como Randolph Hearts. Melanie Griffith era la señorita Davis. 

En aquella película televisiva, de casi hora y media, también se abordaban desde la ficción, los entresijos de Ciudadano Kane. La trama se centraba, principalmente, en la pelea entre Wells y el magnate de la comunicación, que daría como germen la obra maestra del responsable radiofónico de La Guerra de los Mundos. Apuntaba más al aspecto creador que al apartado político.

No me gustan las comparaciones, pero a veces son inevitables. Y RKO 281 me viene a la mente en todo el metraje de Mank. Aquí Fincher, prácticamente obvia a Welles, y se lanza de lleno a la manipulación del poder. En el trabajo de Netflix, el origen de esta obra maestra es una excusa, para analizar los mecanismos de poder de Estados Unidos. En su análisis de Ciudadano Kane, Fincher se retrotrae a la caída en desgracia de Mankiewicz, el guionista, quien por hablar de más pierde el favor de Randolph Hearts. 

Es evidente que a Herman, ese flirteo entre el cine y la política le producía nauseas. Pero un Quijote no puede luchar frente a dos molinos como estos: Hollywood (Loius B. Mayer) y el poder (Hearts) y salir airoso. Eso sí, nadie le va a privar de su venganza. Y de todo ese recorrido, en más de una década: Ciudadano Kane. Pero insisto, solo será una excusa para entrar de lleno en la auténtica trama.

Ciudadano Fincher

Con Mank, David Fincher vuelve a demostrar su dominio de la cámara como pocos. No solo ese plano secuencia del que hablaba antes, sino primero planos magníficos, de un Gary Oldman que descubre la podredumbre de la meca del cine, donde el dinero está por encima del arte. 

Me gusta este Fincher, que con la técnica rinde homenaje a una época fundamental del celuloide, tal y como hoy lo conocemos. Pero me disgusta cuando deja a un lado la parte creativa, lo que se llama cine dentro del cine, para meterse en la manipulación y el control político de los estudios. Una herramienta de persuasión. Digo que me desagrada, porque ya estoy un poco saturado de ver estas cortinas de corrupción últimamente.

Ahí pierde parte de la magia que sí se daba en RKO 281, más floja en todo lo demás. Aunque esta ya lo hacía hace veinte años, me apetecía más volver a entrar en cómo se gestó Ciudadano Kane, desde el punto de vista de los Fincher (que siempre tiene algo mordaz que decir, ya lo sé) que si Randolph Hearst y Louis B. Mayer eran un par de cabrones, capaces de adulterar unas elecciones a favor de los republicanos (tiene gracia que hoy sea al revés).

Como ese pucherazo en Estados Unidos es un secreto a voces (ya lo enseñaba Scorsese en Gangs of New York), me hubiese valido una pincelada, algo más superficial en este punto. Como sí hace, por ejemplo, con el nacimiento sindical en Hollywood o las consecuencias de la Gran Depresión, que apenas se aborda, pero siempre está ahí latente.

Aún así, Mank es otra demostración más del genio que lleva dentro David Fincher, y que desgraciadamente no vemos muy asiduamente, pues su última película databa de 2014 (Perdida). Es verdad que nos deleitó con Mindhunter, pero solo habrá -por ahora- dos temporadas. Y siendo Zodiac una de mis películas de culto, necesito siempre más de este hombre. 

A pesar de ello, reconozco que la espera ha merecido la pena. Aplaudo ese apartado técnico de antaño, depurado con la tecnología de hoy. Evoca al cine clásico de siempre y eso lo hacen muy pocos, Fincher entre ellos. Salvando esa reiteración política, Mank es una muy buena noticia para acabar con este 2020. Y una obra a batir en la temporada de premios del año que viene.


Ficha Técnica

Título original: Mank

Año: 2020

Duración: 132 min.

Género: Comedia / Drama / Periodismo / Política / Cine dentro del cine

País: Estados Unidos Estados Unidos

Dirección: David Fincher

Guion: Jack Fincher

Música: Trent Reznor, Atticus Ross

Fotografía: Erik Messerschmidt (B&W)

Reparto: Gary Oldman, Amanda Seyfried, Arliss Howard, Charles Dance, Tom Burke, Lily Collins, Tuppence Middleton, Tom Pelphrey, Ferdinand Kingsley, Jamie McShane, Joseph Cross, Sam Troughton, Toby Leonard Moore, Leven Rambin, Madison West, Adam Shapiro, Monika Gossmann, Paul Fox, Jessie Cohen, Amie Farrell, Alex Leontev, Stewart Skelton, Craig Robert Young, Derek Petropolis, Jaclyn Bethany, Arlo Mertz

Puntuación: 8/10


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