Hay una canción de Mecano, del año 1991, titulada El peón del rey. Dice así: "Negro bajito y cabezón, solo pude ser peón de negras; lo mas chungo en ajedrez". Y continúa: "luego con arrojo, tesón y la estricta observación de las reglas, llegue hasta peón del rey". Para sentenciar: "pero de peón, la única salida es la revolución". Y no es Mecano -por cierto, me encantan- quien ha revolucionado el ajedrez, sino Netflix y una poderosa Anya Taylor-Joy con su Gambito de Dama. Tal es su éxito, que es la miniserie más vista desde su estreno en el plataforma.
Gambito de Dama ya ha hecho historia, como su personaje principal, Beth Harmon, magistralmente interpretada por Anya Taylor-Joy, que toma el testigo de Isla Johnston, su 'alter ego' en la niñez y soberbia también. Una mujer echa a sí misma desde su orfandad, que halla en el ajedrez su auténtica pasión y 'modus vivendi'. Todo ello, en el marco de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la extinta Unión Soviética, allá por la década de los sesenta.
Mientras Harmon va aniquilando rivales, pasa de ser un peón a la reina del ajedrez. Un proceso a través de siete capítulos, donde además lidia con sus fantasmas, en forma de adicción a las drogas y el alcohol, sumado a sus primeras experiencias sexuales. Una mujer introspectiva, que desata toda su "furia" en el tablero de ajedrez. Gritos silenciosos y poderosos, que hacen de esta chica un ser excepcional, como la serie de Netflix.
De pequeño yo también jugaba al ajedrez, un deporte apasionante, que además de entretenido es una auténtica batalla de piezas, jaques y estrategias varias. Confieso que en absoluto fui un maestro, jugaba a nivel amateur y me fascinaba como blancas y negras, te llevaban al límite de tus capacidades, estando sentado frente a un tablero. Por eso desconocía términos como 'gambito de dama', una apertura más del juego. O la 'defensa siciliana'. Me quedé en el jaque mate pastor, que es lo que me ha hecho esta serie desde su primer capítulo.
La buscavidas
La miniserie de Netflix adapta la novela homónima de Walter Tevis, autor también de otros títulos como El buscavidas. Reconozco que las comparaciones son odiosas, pero hay similitudes entre ambos antihéroes. Básicamente, unos genios lastrados por sus adicciones, que les lleva a buscarse la vida -valga la redundancia- en un mundo que les da la espalda.
En el caso de Beth Harmon, por que: qué es eso de que una mujer desafíe a los hombres en un deporte como el ajedrez. Pues toma dos tazas. Sin inmutarse, la joven pone patas arriba el mundo del tablero, los reyes, reinas y alfiles. Y ahora mismo, no se me ocurriría mejor actriz, que la protagonista de La bruja, para encarnar a esta pelirroja tocada por la varita de las diosas.
Fue en 2015, si no me falla la memoria, cuando descubría a esta actriz en esta película de terror. Posteriormente seguí sus pasos en Múltiple y recientemente en Madame Curie, donde tiene un breve pero intenso papel, como la hija de la científico. Este año además ha puesto en cartelera otra vez a Emma, el clásico de Jane Austin, y con su Beth Harmon se ha consolidado ya como una actriz más que solvente.
Un 'outfit' sobresaliente
Ambientada, como decía, en plena Guerra Fría, donde americanos y soviéticos llevaron su rivalidad, del ajedrez a la luna, Gambito de Dama capta ese clasicismo visual y técnico de la década de los sesenta. Aparte de recoger la esencia, desde el punto de vista ajedrecista, de aquellas partidas memorables entre Spassky y Fisher. Algo que, por otro lado, se ve muy bien reflejado en el vestuario de la protagonista.
Parto de la base que no tengo ni idea de moda y en cuanto al estilismo, trato de defenderme. Pues bien, aún siendo neófito en esto, me impresiona la fusión del vestuario, maquillaje y actriz. Tres elementos que convergen en un todo sobresaliente. Algo así a lo Desayuno con diamantes, Anya Taylor-Joy levita en cada escena, luciendo unos trajes de ensueño.
Ese 'outfit' es otro valor añadido a la historia, ya de por sí entretenida y que, como suele pasar en este tipo de miniseries, va destapando caminos independientes a la trama principal. Es ahí donde entran en juego unos secundarios, que van de menos a más.
El elenco masculino es, tal vez, lo más decepcionante. Aunque con el paso de los capítulos se van recuperando de ese suspenso inicial. Reconozco que ni Thomas Brodie-Sangster ni Harry Melling son santo de mi devoción. Planos, sin ningún tipo de carisma. Todo lo contrario que la protagonista, que parece ceder parte de su talento para que estos remonten el vuelo. Y afortunadamente, así sucede hacia el desenlace de la miniserie.
Por la libertad de ser uno mismo
Gambito de dama ha conseguido que yo, un hombre, me sienta al cien por cien identificado con una mujer, Anya Taylor-Joy. Y no solo por su soberbio trabajo, sino por reflexiones como esta:
"Aparecerán hombres en tu vida y querrán darte lecciones. No por eso son más listos, pero se creen más importantes. Te dirán cómo hacer las cosas. Déjales hablar, ignóralos y después haz exactamente lo que a ti te apetezca. Una mujer debe ser fuerte en un mundo en el que la gente se conforma con cualquier cosa, con tal de decir que tiene algo".
Dicho lo cual, no habría que añadir nada más, pero la serie de Netflix es también un espaldarazo a ese espíritu de superación, levantarse tras cada caída y ser siempre uno mismo. Un canto a la libertad y contra la esclavitud de lo normal y lo políticamente correcto. Que por cierto, el ajedrez siempre estuvo ahí, un juego donde la reina es la pieza mas determinante para ganar la partida. Metáfora de la vitalidad femenina, sin ser capciosa o rimbombante. En fin, chapeau por recordarlo, sin caer en radicalismos.
Por esos mentores que sacan lo mejor de nosotros
Y sí el trabajo individual de uno es la mejor enseñanza que me ha dado esta miniserie, no queda atrás el reivindicar a esas personas que actúan de mensajeros en nuestra vida, capaces de sacar al genio que tenemos dentro y nos negamos a reconocer. Esos llamados mentores, que en Gambito de Dama personifican dos actores como Bill Camp y Marie Heller.
A su manera, son la chispa que enciende la llama de la protagonista. Un fuego que no se apaga nunca en los siete capítulos. Algo así, como el 'Fuego Sagrado de Vesta', que iluminó Roma hasta el fin de sus días. Pues en Gambito de Dama ese ardor, esa pasión, se mantiene pese a los cambios de ritmo y escenarios que proponen sus creadores. Los saltos espacio-temporales están bien ejecutados, bordando una realización que supone un nuevo laurel para Netflix, que este 2020 prácticamente lo ha hecho suyo.
Ficha Técnica
Título original: The Queen's Gambit
Año: 2020
Duración: Miniserie de 7 capítulos, 60 min. aproximadamente por capítulo
Género: Drama / Deporte / Series / Miniserie
País: Estados Unidos
Dirección: Scott Frank (Creador), Allan Scott (Creador), Scott Frank
Guion: Scott Frank (Novela: Walter Tevis)
Música: Carlos Rafael Rivera
Fotografía: Steven Meizler
Reparto: Anya Taylor-Joy, Thomas Brodie-Sangster, Bill Camp, Harry Melling, Isla Johnston, Moses Ingram, Chloe Pirrie, Janina Elkin, Marielle Heller, Marcin Dorocinski, Patrick Kennedy, Matthew Dennis Lewis, Russell Dennis Lewis, Rebecca Root, Christiane Seidel, Millie Brady, Akemnji Ndifernyan, Eloise Webb, Murat Dikenci, Alexander Albrecht, Tatsu Carvalho, Michel Diercks, Rebecca Dyson-Smith, Reda Elazouar, Sam Gilroy, Hubertus Grimm, Charlie Hamblett, Madeline Holliday, John Hollingworth, Tim Kalkhof, Raphael Keric, David Masterson, Steffen Mennekes, Alberto Ruano, Kyndra Sanchez, Sarah Schubert, John Schwab, Ricky Watson, Martin Müller
Puntuación: 9/10
La tengo en mi lista de futuribles y la verdad me apetece, lo único que me echa algo atrás es que los capítulos sean de 1 hora. Con todo, seguro que la veré y más teniendo en cuenta la interpretación de Anya
ResponderEliminarEl primero y los dos últimos sí son una hora. El resto, 46 minutos aprox. Pasan volando, en serio
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