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lunes, 19 de octubre de 2020

'La ciudad del miedo: Nueva York contra la mafia': Desmitificando a la Cosa Nostra

El cine, en cuanto a arte, ha tenido por lo general una visión "romántica" de la mafia italoamericana. Me explico; obviamente ha mostrado en innumerables películas, su brutalidad y salvajismo, pero siempre rodeado de un halo místico, muy centrado en las costumbres de unos hombres, donde el honor y la lealtad están por encima de todo. Son valores sagrados, cuya violación se castiga con la propia vida.


Hablar de la mafia italoamericana en el séptimo arte es hacerlo de El Padrino o Uno de los nuestros. Hay muchas más, sí, pero tal vez sean estas dos, las que se vienen a la cabeza en un primer impulso. Y en series, por supuesto, Los Soprano. Ya sea porque, quién no cae rendido ante Robert De Niro, Al Pacino, Joe Pesci, Marlon Brando o James Gandolfini, o porque se rigen por unos códigos morales mitificados cinematográficamente, a todos nos encandilan los mafiosos. Es iluso no reconocerlo. Todo es lujo y orden. Nada queda al libre albedrío: atado y bien atado.
Recientemente, Martin Scorsese hacía una radiografía de la Cosa Nostra durante gran parte del siglo XX en El Irlandés. De nuevo, gracias a un elenco espectacular, la película recordaba a los clásicos, bañada de un tono nostálgico y una historia, ciertamente extraordinaria. Pero desposeída de ese traje artístico, la realidad que hay detrás, es decir, los hechos reales, son escalofriantes. 


Fuera de De Niro, Pesci y Pacino, los tipos que encarnan era unos auténticos psicópatas. Lo haría por ganarse la vida, llevar un sueldo a casa, afán de poder, respeto o lo que fuera. El fin no justifica los medios, y el camino de éstos hacia la gloria estuvo bañado de mucha sangre y sufrimiento.

Los mafiosos de la vida real no son en absoluto románticos. El honor y la lealtad rigen la empresa, llamada eufemísticamente "familia". Vale, pero si tienen que quitar de en medio a alguien, el que sea, incluso uno del clan, porque supone un obstáculo a sus aspiraciones, le hacen un traje de madera de pino para la eternidad. Y aquí paz y después gloria.

Michael Franzese
Michael Franzese, capitán de la familia Colombo.

Esto es, cuando de los actores pasas a los auténticos personajes, y los apellidas: Bonano, Luchese, Gambino, Colombo o Genovese, la cosa cambia. Cinco familias que aterrorizaron y tuvieron en la palma de su mano a una ciudad, como Nueva York, durante décadas. Así la convirtieron en lo que Netflix ha titulado: La ciudad del miedo: Nueva York contra la mafia.

Una ciudad, títere del Hampa

A través de tres capítulos, la miniserie de casi tres horas es una radiografía de como los tentáculos mafiosos copaban todas las esferas de poder de Nueva York. Cinco familias dominaban el cotarro, a través de una red clientelar que, quien osaba desafiar, acababa con dos tiros y pasaba a mejor vida.


La estructura de este trabajo dirigido por Sam Hobkinson es muy sencilla: presentación, nudo y desenlace. No hay más. Y cuenta con la participación de quienes realmente vivieron, dentro y fuera de la mafia, su mano de hierro sobre la ciudad de los rascacielos.

Así los testimonios de Michael Franzese, capitán de la familia Colombo; o Johnny Alite, asociado a la familia Gambino, protagonizan los primeros 45 minutos -es decir, el primer capítulo-, para entender como la Cosa Nostra manejaba los hilos de una ciudad títere en sus manos.


En este documental no hay sitio para el romanticismo cinematográfico. Las imágenes de archivo y las "confesiones" de sus protagonistas son suficientes para aproximarnos al terror que dominó Nueva York durante años. Basuras, construcción, alimentación, transportes...Ningún sector legal funcionaba sin la aprobación de la mafia, que también tenía sus propios vicios, como la prostitución. Incluso las drogas, aunque si el don se enteraba, estabas 'caput'.

'The Wire' y el imperio de la ley

Por suerte, entre los setenta y ochenta, surgió una camada de inspectores del FBI y fiscales dispuestos a plantar batalla a las cinco familias. Y lo hicieron con algo tan 'sencillo' como micrófonos y el amparo de la ley. Ni tiros, ni explosiones, ni nada por el estilo. Un par de valientes, capaces de instalar escuchas en los rincones más insospechados por los mafiosos, y el imperio de una ley que, cuando hay voluntad de aplicarla, arrasa con todo.


Eso es algo que me fascina de Estados Unidos y que miro con envidia desde España: el valor supremo que le dan a la ley y su jurisprudencia; o como quién la infringe, la paga. Tarde o temprano, la mentira y el crimen serán castigados. En la cultura anglosajona no hay medias tintas. Y que suerte, por ellos.

Los ayudantes del fiscal, Rudolph Giuliani

Es en esta segunda parte de La ciudad del miedo: Nueva York contra la mafia, cuando la miniserie aparta su lado didáctico y ofrece un gancho entretenido al espectador. Vamos, que si disfrutaste con The Wire, esta facción del trabajo de Hobkinson te va a entusiasmar. Es la realidad, pura y dura, servida en bandeja y con los testimonios de quienes lucharon sin descanso contra el crimen organizado.

Rudolph Giuliani, el hombre estrella

Las aportaciones de los agentes del FBI, que intervinieron las comunicaciones de las cinco familias, son muy interesantes. Pero, personalmente, me quedo con el hombre estrella del documental: Rudolph Giuliani. O como popularmente se le conoce: Rudy.

Nacido en Brooklyn, Giuliani tuvo una meteórica carrera legal, por su inasequible batalla contra el crimen organizado, la mafia policial y los traficantes de drogas. Además del derecho, su presencia delante de las cámaras de televisión era inmaculada. Un tipo al que confiarías el destino de tu familia y el de tu ciudad.

El exalcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani

Si en vuestras manos cayeron Serpico o Príncipe de la ciudad, adaptadas magistralmente al cine por Sidney Lumet, ya conoceréis la gallardía de Giuliani. Ese es otro punto fuerte estadounidense, aparte de la separación de poderes: premiar el mérito y el valor. Como un fiscal, en su afán de hacer cumplir la ley, tiene la posibilidad de hacer carrera, para llevar sus ideales supremos al campo de la política. Así Rudy logró ser alcalde de la ciudad hasta en dos ocasiones.

Vamos, que basta un fiscal como Giuliani, con aspiraciones, y la colaboración de un par de agentes de la DEA o el FBI, para que algún expresidente o burócrata con media neurona, empiece a temblar por sus conexiones con el crimen organizado, por ejemplo, latinoamericano. Una posibilidad que sería maravillosa. 


Pero volviendo a la miniserie, Rudy es el motor del tercer y último capítulo. Domina la cámara como ya hiciera en sus tiempos de fiscal. Esta última entrega quizá sea la más vibrante y, paradójicamente, las más capciosa. Al menos, en su inicio y hasta que el exalcalde de Nueva York se 'apropia' de la escena. 

Actualmente, Giuliani es abogado de Donald Trump, que en los ochenta mostró sus dotes de empresario en la Gran Manzana. Por supuesto, Trump no tiene, ni tenía, relación con la mafia italoamericana, pero en el documental de Netflix se mezcla su apellido y el de sus torres, con el entramado urbanístico de las cinco familias. Un 'totum revolutum' que no viene a cuento y que se repite no una, sino varias veces, dejando un poso tendencioso que no tiene sentido en toda la obra.

Salvo esta mancha en el expediente, La ciudad del miedo: Nueva York contra la mafia, funciona a modo de didáctico entretenimiento. Y si la Cosa Nostra, entendida como un género artístico en sí misma, te atrae por ese romanticismo del que hablaba al principio, esto te interesa, aunque pierdas parte de esa 'inocencia', que nos ha vendido el cine, en todo este tiempo.


Ficha Técnica


Título original: Fear City: New York vs the Mafia

Año: 2020

Género: Documental / Mafia / Miniserie / Series

Duración: 46 minutos, primer y segundo capítulo; 1 hora, tercer capítulo

País: Estados Unidos  Estados Unidos

Dirección: Sam Hobkinson

Puntuación: 8/10

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