Política, justicia, ambiente revolucionario, una juventud ansiosa de cambio, la Guerra de Vietnam y Aaron Sorkin a los mandos. ¿Qué puede salir mal? Pues poca cosa. El remate final son unos diálogos afilados, rápidos, dinámicos y esos silencios ensordecedores, tras una contundente frase. Así tenemos El juicio de los 7 de Chicago, el último trabajo de un Sorkin en estado puro.
Ya disponible en Netflix, si algo ha caracterizado la obra del neoyorkino es esa mezcla política y judicial, donde vuelan la ética, la moral y la corrupción humana. Ya sea en las altas esferas, de El ala oeste de la Casa Blanca; en el cuarto poder, de The Newsroom; o en la sala de un tribunal, como en en Algunos hombres buenos; Sorkin siempre muestra en sus filmes, escriba, dirija o ambas a la vez, unos ideales que te gustarán más o menos, serán tendenciosos o lo que quieras, pero son fieles a sí mismo. Esa fidelidad es todo un triunfo en estos tiempos que corren de mentiras y traición.
En El juicio de los 7 de Chicago, Aaron Sorkin es él mismo. Escribe y dirige como lo siente. El director de otros dos fantásticos trabajos como Moneyball o La Guerra de Charlie Wilson, es un analista cinematográfico de la historia reciente de Estados Unidos. Y ya digo: ¡Viva la subjetividad! Él tiene su propia versión de la historia. Con rigor en las fechas y acontecimientos, sí; pero con su propia conclusión de los hechos. Y yo aplaudo a la gente que tiene criterio propio, esté o no de acuerdo con éste.
Como no podía ser de otra forman, el ganador del Oscar al guion de La Red Social, también tiene visión de lo que ocurrió en la convención demócrata de 1968, que desembocó en el famoso juicio de 1969 a siete activistas (ocho en principio), que se manifestaron en contra de la Guerra de Vietnam, que impulsó más que ninguno, el demócrata Lyndon B. Johnson.
Uno de los juicios más mediáticos del ordenamiento jurídico estadounidense, que trajo tras de sí, una época de manifestaciones y cambios políticos, sociales y culturales, que hacía años no se veían en el país. Con una opinión pública crítica con su Gobierno, como tiene que ser, que actúa como resorte del sistema y ejerce su derecho y obligación de controlar al poder. Qué envidia, por cierto, en este lamentable inicio de siglo XXI.
Un ritmo vertiginoso
Pero no nos desviemos del tema. En poco más de dos horas, Aaron Sorkin hace una breve presentación de los protagonistas, en un inicio perfecto, con ese ritmo vertiginoso que ya se te mete en el cuerpo. Y de ahí, salta a la sala de un tribunal, donde rebaja un poco la tensión, para que luego vaya in crescendo. Aquello es el coto particular de un Frank Langella espectacular. ¡Qué actor!
Es ahí en sala, donde se desarrolla todo el peso de la trama, en un proceso judicial donde, con el paso de los días (a veces, algo lentos y reiterativos), va subiendo la temperatura y hay momentos en los que estás pidiendo a gritos que alguien alce la voz y diga a pleno pulmón: "¡¿Ordenó usted el código rojo?!"
La combinación con imágenes de archivo y los monólogos de los protagonistas, sello del 'cine Sorkin', son un valor añadido que se echaba mucho de menos. Con esos diálogos que ponen el punto patas arriba, la fotografía y el vestuario, todo tiene un aroma a los clásicos de los 70, que no se puede describir, solo se siente cuando has visto tantas películas sobre la política y la justicia.
Es cierto que el universo que construye Sorkin en El juicio de los 7 de chicago tiene mucho tufillo idealista, que a veces te hace torcer el gesto. Pero insisto, es su visión, aunque sea condescendiente con siete tipos que, activistas, no eran hermanitas de la caridad. En algún momento se asoma a ese reverso tenebroso de ellos, pero se queda al borde, y siempre plasma la buena cara de unos 'simples chavales', que quería "parar esta puta guerra", como gritaba Tom Cruise en la piel de Ron Kovic, en Nacido el cuatro de julio.
Otro golpe en la mesa de Sacha Baron Cohen
Despejando algunos momentos tendenciosos, siempre me quedaré con esas escenas que Sorkin llena de diálogos electrizantes y acaban con un silencio, una pausa, que permite al espectador derrumbarse y decir: "ahí está. Ha dado en el clavo".
Claro que para que la fluidez de este guion se dé, necesitas de actores que lo ejecuten delante de la pantalla. Y amigo mío, el reparto no podía ser mejor. Cuanto talento en dos horas. Cada uno en su parcela. Todos saben donde empieza y acaba su momento de gloria. Empezando por un Eddie Redmayne, que no me gustó nada en La teoría del todo, pero con el que me reconcilié en Animales fantásticos. Con El juicio de los siete de Chicago, ya me ha ganado definitivamente.
No le anda a la zaga un Mark Rylance que protagoniza auténticos combates con Langella. Qué lujo poder ver en pantalla tales discusiones con las frases de Sorkin. Y por supuesto, un sobrio Joseph Gordon-Levitt, como fiscal y al que aún no se le ha caído la careta de Snowden. Su lucha interna es otro de los fuertes de una película que, a mi juicio, desaprovecha al bueno de John Carroll Lynch -el eterno Arthur Lee Allen- y mi admirado Michael Keaton. No obstante, sus escasos diez minutos son oro en el río Colorado.
Pero si alguien destaca con una fuerza brutal, ese es Sacha Baron Cohen, compartiendo planos con Jeremy Strong. En El espía veíamos su cara mas seria, cómo era capaz de enfundarse un traje dramático sin hacer el payaso -que se le da muy bien, por cierto-. Y ahora, de la mano de Aaron Sorkin, mezcla esa vis dramática con su socarronería habitual, ese gamberro tan cojonudo, y construye un personaje sencillamente espectacular. Como anillo al dedo.
Así que, sin ser perfecta del todo, El juicio de los 7 de Chicago es sincera, directa y tiene ese encanto de otro tiempo, que vale para representar el momento histórico que cada uno estamos viviendo. De ese cine que coge el camino del entretenimiento, y algún atajo hacia el análisis y la reflexión, que bien valen dos horas frente a Netflix.
Ficha Técnica
Título original: The Trial of the Chicago 7
Año: 2020
Duración: 129 min.
Género: Drama / Hechos Reales / Política / Tribunales
País: Estados Unidos
Dirección: Aaron Sorkin
Guion: Aaron Sorkin
Música: Daniel Pemberton
Fotografía: Phedon Papamichael
Reparto: Eddie Redmayne, Sacha Baron Cohen, Joseph Gordon-Levitt, Mark Rylance, Michael Keaton, Alex Sharp, Jeremy Strong, John Carroll Lynch, Yahya Abdul-Mateen II, Ben Shenkman, J.C. MacKenzie, Frank Langella, Noah Robbins, Alice Kremelberg, Danny Flaherty, John Doman, Mike Geraghty, Kelvin Harrison Jr., Caitlin Fitzgerald, John Quilty, Max Adler, Wayne Duvall, Damian Young, C.J. Wilson
Puntuación: 8/10
De tus críticas me fio mucho, a esta peli quiero darle una oportunidad - aunque también estaría bien informarme algo más sobre el hecho en que está basada, por saber algo más del tema. Gracias por la reseña
ResponderEliminarSaludos!
Muchas Gracias!!! Si te gusta el cine de procesos judiciales, ésta lo tiene todo. Si no cambia mucho la cosa, va a ser de las grandes protagonistas en los Oscar
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