Pedro Almodóvar está de vuelta. Los cines lo recibirán con los brazos abierto el próximo 21 de octubre. El oscarizado director regresará a la cartelera, en esta ocasión, con el mediometraje La voz humana, producida por El Deseo y distribuida por Wanda Visión y Avalon, y que adapta el texto homónimo de Jean Cocteau.
La película, cuya presentación oficial tuvo lugar en la 77 edición del Festival de Venecia -fuera de competición-, supone la primera incursión del director manchego en inglés, de la mano de la actriz Tilda Swinton.
La protagonista de ¡Ave, César!, El Gran Hotel Budapest o Snowpiercer, da vida a una mujer que ve pasar las horas junto a las maletas de su examante (que vendrá a recogerlas, pero nunca llega) y un perro inquieto que no entiende que su amo le haya abandonado. Durante los tres días de espera, la mujer solo ha bajado una vez a la calle, para comprar un hacha y una lata de gasolina.
"Me senté a adaptar el texto de Cocteau decidido a ser fiel a su autor. Lo leía por primera vez en décadas. Pero está claro que soy infiel por naturaleza y que a esta versión debo añadirle, "libremente inspirada", porque eso es lo que es", explica Almodóvar.
Eso sí, el manchego insiste en que ha mantenido "lo esencial", que no es otra cosa que "la desesperación de la mujer, el alto precio que impone la ley del deseo, que ella está dispuesta a pagar, aunque casi le vaya la vida en ello".
Pero el oscarizado español, como en todo, tiene su propia visión de la mujer, algo que ha originado todo su complejo universo y que ha llegado a todos los rincones del planeta. "El resto lo he adaptado a mi modo de concebir a una mujer contemporánea, loca de amor por el hombre, que tarda días en llamar para recoger sus maletas, pero con suficiente autonomía moral para no doblegarse a él. No es una mujer sumisa, como en el texto original. No puede serlo en los tiempos que vivimos".
Así que el 21 de octubre, el gran público podrá ver de nuevo la obra de Pedro Almodóvar, un relato moral sobre el deseo, donde no importa que su protagonista esté al borde del abismo. El riesgo es parte esencial en la aventura de vivir y de amar. Un precipicio donde el manchego se mueve como pez en el agua.
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