En esta tercera entrega llega definitivamente el ocaso del Deuce de siempre. Con un salto temporal importantísimo, nos mete de lleno en la década de los ochenta. Lo viejo se resiste a morir, pero lo nuevo aprieta. Quizá quien más simboliza esto es Rudy Pipilo (¡qué bueno es Michael Rispoli!), como esa especie de Vito Corleone que, ante 'El turco', se negaba a la evidencia del negocio de las drogas.
James Franco y Margarita Levieva. |
Las circunstancias ya no son las de aquellos dorados principios de los setenta, el cenit de los clubes nocturnos y todo lo que eso representaba para un barrio neoyorquino que crecía imparable. Y la juventud de entonces, deja a paso a los vaivenes de la edad y los excesos.
En ese punto, el sida galopa como un caballo desbocado por el barrio. Erosiona sus calles en una especie de triunfo de la muerte. A decir verdad, por toda Norteamérica. De hecho, el VIH está pululando en todas y cada una de las historias de esta temporada tres de The Deuce. Condiciona a los protagonistas de una u otra manera y regala (entre comillas) escenas muy duras, al borde de la lágrima. Si te recuerda a Philadelphia, no te preocupes, es normal.
El sida es uno de los principales leitmotiv de la tercera temporada de 'The Deuce'. |
Un dolor, cuya máxima expresión es Paul Hendrikson (Chris Coy), en un capítulo descomunal desde el punto de vista dramático. Emociones a flor de piel.
El crepúsculo de las diosas
Mientras se desarrolla esta pelea por no caer en las fauces de una enfermedad, altamente contagiosa y sin apenas información (vaya si nos suena, hoy), el elenco que queda en pie sortea como puede el crepúsculo de tiempos mejores. Es el caso de Lori (Emily Meade), que entre cuelgue y desenganche, quiere seguir siendo la punta de lanza del porno, aunque poco a poco, la cámara deja de amarla y su sitio está lejos de esta vida.
Maggie Gyllenhaal y Corey Stoll |
En ese apartado femenino, Eileen (Maggie Gyllenhaal) no quiere resignarse al advenimiento del VHS, que va acabar con el porno convencional. Comparte momentos buenísimos con su compañero de batallas, Harvey (un David Krumholtz que regresa a sus inicios) y una de las incorporaciones de esta temporada, el bueno de Corey Stoll. Valor añadido, como Domenick Lombardozzi.
Margarita Levieva (Abbey) completa esta suerte de triángulo femenino, muy fuerte a lo largo de toda la serie. Poco o nada queda de aquella joven idealista. Y eso no solo se nota físicamente.
James Franco siempre está de dulce
Hablar de The Deuce es hacerlo de James Franco. La dupla Martino (Vincent y Frankie) sigue siendo esa moneada de doble cara en una nueva demostración del talento de este actor, sea cual sea el registro. Serio o socarron, Franco continúa siendo esa especie de faro que guía al resto de personajes. Tarde o temprano, todos confluyen en su club. Nadie pasa de largo. Un punto de encuentro que, como el barrio, está a punto de pasar a mejor vida.
Los hermanos Martino y Big Mike. |
Junto a él, merecen un reconocimiento Chris Bauer, como Bobby; y su hijo en la ficción, Michael Gandolfini, cada vez más, una extensión del siempre recordado James. Los genes están bien conservados y aquí hay madera de gran actor. Desde la segunda temporada, yo ya no lo pierdo de vista.
Las luces de neón
David Simon y George Pelecanos se han ganado a pulso un sitio destacado en el Olimpo de las series. The Wire siempre será su máxima expresión. Pero The Deuce ha logrado colarse poquito a poco en ese escalafón. Su trabajo es tremendo. No sé cómo calificar la forma en que radiografían ese barrio neoyorquino. De qué manera hilan las historias, en apariencia separadas, dando su cuota de poder a todos y cada uno de los actores que componen el elenco de esta serie, insisto, de culto. Para que después vayan confluyendo en un todo.
Rudy Pipilo reprendiendo a Tommy Longo. Lo viejo y lo nuevo, no necesariamente mejor. |
Es la vida en sí misma. Una suerte de personajes, escogidos al azar, que únicamente buscan su sitio en esta existencia. Por sus propios medios y aprovechando las circunstancias provocadas o sobrevenidas. Policías, políticos, funcionarios, empresarios, trabajadores, chulos, putas, actrices, actores, mafiosos... Todos son lo mismo, simples peones de una realidad cambiante, que transforma y altera, a todo y todos, a una velocidad vertiginosa.
Y en eso me llama poderosamente la atención el asunto de las luces de neón. Deslumbran tanto, llaman tan poderosamente la atención, que paradójicamente sumergen en tinieblas a la condición humana. Son el mayor ejemplo de cómo, a veces, lo nuevo no es sinónimo de lo mejor. En el último capítulo (vaya golpe directo al corazón de quien ha llegado hasta aquí), a mi esto se me hace más claro.
Y no, no he tomado ninguna de esas sustancias con las que Frankie Martino quiere hacerse de oro. Es simplemente la sensación que me provoca este final de The Deuce. Una serie de otro tiempo, cuando la reflexión, la calma y el contenido tenían sentido. Una costumbre que está avocada a la extinción y a ser sustituida por eso que ahora llaman: nueva normalidad.
Ficha Técnica
Título original: The Deuce
Año: 2018
Duración III Temporada: 8 episodios. 56 minutos aproximadamente
Género: Series / Drama / Prostitución / Drogas / Mafia / Años 80
País: Estados Unidos
Dirección: David Simon (Creator), Ernest R. Dickenson, James Franco, Alex Hall, Michelle MacLaren, Roxann Dawson, Uta Briesewitz
Guión: David Simon, Richard Price, George Pelecanos
Fotografía: Vanja Cernjul, Pepe Ávila del Pino
Reparto: James Franco, Maggie Gyllenhaal, Michael Rispoli, Chris Bauer, Lawrence Gilliard Jr, David Krumholtz, Margarita Levieva, Corey Stoll, Michael Gandolfini, Domenick Lombardozzi, Emily Meade, Ralph Macchio, Chris Coy, Zoe Kazan, Armand Assante, Andrea-Rachel Parker, Aaron Dean Eisenberg, Daniel Sauli, Paloma Guzmán, Ryan Farrell, Olivia Luccardi, David Morse, Mustafa Shakir, Thaddeus Street, Kim Director, Kelcy Griffin, Alysia Reiner, Anwan Glover
Puntuación: 10/10
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