"Yo siempre hago caso de lo que dice el jefe, ya lo sabes. Pero si pretendes llegar a ser hombre, has de decir adiós a los que ya conoces... Y hola a lo que no conoces". Con estas palabras, Boon Hogganbeck convence al joven Lucius para embarcarse en la aventura de su vida. Esa que pone fin a su niñez para entrar en la madurez. Una experiencia que se nos entrega en forma de película bajo el título de Los rateros.
Hablamos de la adaptación de la novela de William Faulkner, en la que seguramente haya destellos autobiográficos de la infancia de uno de los escritores más sobresalientes del siglo XX. Los rateros es toda una experiencia vital a través de tres personajes. El más carismático: Boon Hogganbeck, al que da vida un impresionante Steve McQueen.
Por aquel entonces, McQueen ya era una estrella consagrada. Había rodado Los 7 magníficos, La gran evasión o El rey del juego. Y como en todos, o casi todos, sus registros, en Los rateros McQueen vuelve a hacer gala de ese porte pícaro a la par que encantador. Un vividor de los grandes. Él es Boon, el encargado de custodiar el flamante coche de su patrón. Un sensacional Winston Flyer al que también quiere hincarle el diente el mozo de cuadra y compañero de trabajo, Ned.
Rupert Crosse es quien interpreta a Ned en una de sus pocas películas, pues falleció en 1973. La muerte se llevó temprano a un actor que prometía grandes cosas. De hecho, su papel de bribonzuelo y tunante, que trae por el camino de la amargura a Boon, le valió una nominación al Oscar, siendo el primer actor afroamericano de la historia en optar a una candidatura al mejor actor de reparto.
Y nos falta Lucius, el auténtico protagonista y narrador en una suerte de alter ego de Faulkner. El joven Mitch Vogel que va a experimentar ese cambio de la infancia a la adolescencia que todos, en su día, hemos pasado. Un muchacho de buena educación, nieto del patrón -conocido por todos como 'El jefe', interpretado por Will Ger- y que sucumbe a los cantos de sirena de Boon.
Los tres: Boon, Lucius y Ned, a bordo del Winston Flyer, emprenden un viaje por el sur de principios de siglo en Estados Unidos, hasta Memphis, que les llevará a enfrentarse a los prejuicios raciales, un burdel o incluso una impresionante carrera de caballos. Toda suerte de peripecias que, bajo la dirección de Mark Rydell, esconden la nostalgia a esa época que ya es un recuerdo. El pasado infantil que se queda escondido para siempre en tu memoria y al que siempre recurrirás para esbozar una sonrisa y alegrarte de haber sentido en tu piel la vida misma.
Y todo eso bajo la mirada de Mitch Vogel -y música de John Williams, importante como acompañamiento-. Su Lucius es fantástico. Pese a que McQueen era la estrella de la película, el protagonista de Bullit cede los focos a este joven de once años. Pasa a un segundo plano en beneficio de la trama principal, que no es otra que ese cambio hormonal, físico y mental de un niño que pasa a ser joven y hombre.
De ahí la importancia de cómo empezaba esta crítica. El diálogo que inicia toda la aventura. Bien es cierto que tanto el libro como la película contienen frases que hoy serían impensables. Como el diálogo entre Ned y Lucius sobre el personaje de Ruth White. Sin embargo, no cometamos el error de abordar un clásico ambientado en los albores del siglo XX, en la América profunda, con los ojos de este 2019. Sería un completo error.
Por que lo importante, ya digo, es recordar y evocar ese momento en el que te diste cuenta que dejabas de ser un niño para iniciar tu camino a la madurez. Lucius lo experimenta con Boon y Ned. Tiene esa fortuna a pesar de ser unos granujas de tomo y lomo. Y al mismo tiempo, tanto Ned como Boon -sobre todo este último- descubren el poder de lo nuevo, como el coche, o el amor, en el caso del personaje de McQuenn.
Con lo que Los rateros, aparte de ser una comedia alocada, es una guía de introducción a la vida. A la importancia de cometer errores y aciertos. Aprender de los primeros y disfrutar de los segundos. Afortunadamente, decirle adiós a lo que ya conoces y hola a lo que no conoces se sobrepone a la imagen -la edición en DVD es técnicamente lamentable-. De esas películas vitalistas y tal vez desconocidas para el público que no está de más volver a recordar.
Título original: The Reivers
Año: 1969
Duración: 101 min.
Género: Aventura / Comedia / Drama / Infancia
País: Estados Unidos
Dirección: Mark Rydell
Guión: Harriet Frank Jr., Irving Ravetch (Novela: William Faulkner)
Música: John Williams
Fotografía: Richard Moore
Reparto: Steve McQueen, Rupert Crosse, Mitch Vogel, Sharon Farrell, Ruth White, Michael Constantine, Clifton James, Juano Hernández, Lonny Chapman, Will Geer
Premios: 1969: 2 nom. al Oscar: Mejor actor de reparto (Rupert Crosse), BSO (Drama)
1969: 2 Nom. Globos de Oro: Actor musical/comedia (McQueen) y actor sec. (Vogel)
1969: Sindicato de Guionistas (WGA): Nominada a Mejor guión adaptado comedia
Puntuación: 8/10
Hablamos de la adaptación de la novela de William Faulkner, en la que seguramente haya destellos autobiográficos de la infancia de uno de los escritores más sobresalientes del siglo XX. Los rateros es toda una experiencia vital a través de tres personajes. El más carismático: Boon Hogganbeck, al que da vida un impresionante Steve McQueen.
Por aquel entonces, McQueen ya era una estrella consagrada. Había rodado Los 7 magníficos, La gran evasión o El rey del juego. Y como en todos, o casi todos, sus registros, en Los rateros McQueen vuelve a hacer gala de ese porte pícaro a la par que encantador. Un vividor de los grandes. Él es Boon, el encargado de custodiar el flamante coche de su patrón. Un sensacional Winston Flyer al que también quiere hincarle el diente el mozo de cuadra y compañero de trabajo, Ned.
Ned, Boon y Lucius en el Winston Flyer. |
Rupert Crosse es quien interpreta a Ned en una de sus pocas películas, pues falleció en 1973. La muerte se llevó temprano a un actor que prometía grandes cosas. De hecho, su papel de bribonzuelo y tunante, que trae por el camino de la amargura a Boon, le valió una nominación al Oscar, siendo el primer actor afroamericano de la historia en optar a una candidatura al mejor actor de reparto.
Y nos falta Lucius, el auténtico protagonista y narrador en una suerte de alter ego de Faulkner. El joven Mitch Vogel que va a experimentar ese cambio de la infancia a la adolescencia que todos, en su día, hemos pasado. Un muchacho de buena educación, nieto del patrón -conocido por todos como 'El jefe', interpretado por Will Ger- y que sucumbe a los cantos de sirena de Boon.
Rupert Crosse y Steve McQueen, perfectos como Ned y Boon. |
Los tres: Boon, Lucius y Ned, a bordo del Winston Flyer, emprenden un viaje por el sur de principios de siglo en Estados Unidos, hasta Memphis, que les llevará a enfrentarse a los prejuicios raciales, un burdel o incluso una impresionante carrera de caballos. Toda suerte de peripecias que, bajo la dirección de Mark Rydell, esconden la nostalgia a esa época que ya es un recuerdo. El pasado infantil que se queda escondido para siempre en tu memoria y al que siempre recurrirás para esbozar una sonrisa y alegrarte de haber sentido en tu piel la vida misma.
Experiencia vital de la mano de William Faulkner
Como la vida misma, Los rateros de William Faulkner como la adaptación cinematográfica son un resumen de la vida misma. Hay momentos para reír, para llorar, para amar y ser amado, o rechazado. También para darte de bruces con la realidad de tu época. Desde la segregación racial, a la nula consideración de la mujer.La llegada del nuevo coche del patrón es todo un acontecimiento para el pueblo y los protagonistas. |
Y todo eso bajo la mirada de Mitch Vogel -y música de John Williams, importante como acompañamiento-. Su Lucius es fantástico. Pese a que McQueen era la estrella de la película, el protagonista de Bullit cede los focos a este joven de once años. Pasa a un segundo plano en beneficio de la trama principal, que no es otra que ese cambio hormonal, físico y mental de un niño que pasa a ser joven y hombre.
De ahí la importancia de cómo empezaba esta crítica. El diálogo que inicia toda la aventura. Bien es cierto que tanto el libro como la película contienen frases que hoy serían impensables. Como el diálogo entre Ned y Lucius sobre el personaje de Ruth White. Sin embargo, no cometamos el error de abordar un clásico ambientado en los albores del siglo XX, en la América profunda, con los ojos de este 2019. Sería un completo error.
Por que lo importante, ya digo, es recordar y evocar ese momento en el que te diste cuenta que dejabas de ser un niño para iniciar tu camino a la madurez. Lucius lo experimenta con Boon y Ned. Tiene esa fortuna a pesar de ser unos granujas de tomo y lomo. Y al mismo tiempo, tanto Ned como Boon -sobre todo este último- descubren el poder de lo nuevo, como el coche, o el amor, en el caso del personaje de McQuenn.
Con lo que Los rateros, aparte de ser una comedia alocada, es una guía de introducción a la vida. A la importancia de cometer errores y aciertos. Aprender de los primeros y disfrutar de los segundos. Afortunadamente, decirle adiós a lo que ya conoces y hola a lo que no conoces se sobrepone a la imagen -la edición en DVD es técnicamente lamentable-. De esas películas vitalistas y tal vez desconocidas para el público que no está de más volver a recordar.
Ficha Técnica
Título original: The Reivers
Año: 1969
Duración: 101 min.
Género: Aventura / Comedia / Drama / Infancia
País: Estados Unidos
Dirección: Mark Rydell
Guión: Harriet Frank Jr., Irving Ravetch (Novela: William Faulkner)
Música: John Williams
Fotografía: Richard Moore
Reparto: Steve McQueen, Rupert Crosse, Mitch Vogel, Sharon Farrell, Ruth White, Michael Constantine, Clifton James, Juano Hernández, Lonny Chapman, Will Geer
Premios: 1969: 2 nom. al Oscar: Mejor actor de reparto (Rupert Crosse), BSO (Drama)
1969: 2 Nom. Globos de Oro: Actor musical/comedia (McQueen) y actor sec. (Vogel)
1969: Sindicato de Guionistas (WGA): Nominada a Mejor guión adaptado comedia
Puntuación: 8/10
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