Elton John es a la música lo que Miguel Ángel a la pintura, la escultura o la arquitectura. Un revolucionario del arte. Un prodigio de la humanidad. De esos seres humanos tocados por la varita de alguna divinidad y que se convierten en iconos por su talento.
Y como artista inigualable, único, Elton también tiene sus taras, traumas, miedos y anhelos. Excéntrico como pocos, esa personalidad y su arte quizá no puedan desligarse. No se entienden lo uno sin lo otro. Se funden en esta especie de hombre cohete (Rocketman) al que por supuesto no le podía faltar una película biográfica en pleno boom del género.
Y como artista inigualable, único, Elton también tiene sus taras, traumas, miedos y anhelos. Excéntrico como pocos, esa personalidad y su arte quizá no puedan desligarse. No se entienden lo uno sin lo otro. Se funden en esta especie de hombre cohete (Rocketman) al que por supuesto no le podía faltar una película biográfica en pleno boom del género.