"Nuestros personajes principales viven en esta calle. En uno de los barrios menos elegantes de Roma y en esas tres casas. La primera es la casa de Erronius, un anciano alelado que se halla lejos ahora, buscando a sus hijos, secuestrados en su infancia por los piratas.
La segunda es la casa de Lycus, conocido mercader de carne femenina. Esto es para aquellos a quienes les importa un comino los piratas.
Y, finalmente, la casa de Senex, donde vive con su esposa y su hijo. En ella mora también Pséudolus, esclavo de ese hijo. Pséudolus es el personaje que más me gusta de esta farsa: un papel de enorme variedad, rico en matices, e interpretado por un actor de tanto talento, de tan brillantes dotes, de tan… en fin, sencillamente: ¡lo interpreto yo!".
¿Y quién es yo? Pues nada menos que Zero Mostel. El gran Zero Mostel, que lo mismo hacía teatro que cine, drama (Pánico en las calles) que comedia. Y en este último género, Mostel fue superlativo. Un ejemplo de ello es Golfus de Roma, una sátira donde el actor estadounidense da vida al pícaro de Pséudolus, que a la par es el título homónimo de una de las comedias clásicas de Tito Macio Plauto, traducida como El impostor.
Y es que Golfus de Roma es, básicamente, un compendio de la obra de Plauto, el gran comediógrafo romano cuyas obras aún tienen representación en los teatros de medio mundo. Como por ejemplo La Asinaria. La creación de Plauto destaca por lo que se conoce como comedia de enredo y un reparto coral donde los protagonistas -a veces intercalando papeles- de las historias cruzan sus caminos con resultados, generalmente, disparatados. En ocasiones surrealistas y absurdos, pero de una tremenda comicidad.
Y de entre todos los personajes, emerge uno que, como en el caso de la película de Richard Lester -anteriormente había rodado Que noche la de aquel día y, posteriormente, dirigió Robin y Marian- se encarga de liar a todos para conseguir sus propósitos. Ese es, como decía, Pséudolus. El bueno de Zero Mostel. Indolente, perezoso, como su propio nombre indica: un impostor. El esclavo caradura que cuando se entera que el hijo de su amo está enamorado maquina todo lo posible para que triunfe Cupido a cambio, claro, de su libertad.
Así pues, como la propia introducción del filme indica: "A sufrir mañana, hoy reiré la mar". Y en Golfus de Roma te ríes mucho. Más aún: muchísimo. Pícaros, crápulas, generales, dioses, piratas, patricios, pájaras, prostitutas, eunucos. Son todos bienvenidos a esta adaptación del éxito homónimo de Broadway que en la gran pantalla es una delicia.
Prácticamente teatro en la gran pantalla, con una estructura muy escenográfica y un resultado final al estilo de los trabajos de Mel Brooks. En esta sátira rodada en España -concretamente a las afueras de Madrid, aprovechando los decorados construidos de Samuel Bronston para La caída del Imperio Romano- prima la agilidad de unos diálogos con tintes musicales que imprimen a la trama un ritmo altísimo. No desfallece en ningún momento.
Y el trabajo actoral es impresionante. Zero Mostel, perseguido por el Comité de Actividades Antiamericanas en la conocida 'Caza de brujas', demuestra ese talento innato para la comedia, que también evidenció en Los Productores. Está perfecto como Pséudolus, un encantador de serpientes. Histriónico como nunca.
Pero la República y el Imperio tenía también presente el día a día de sus gentes. De plebeyos y patricios que a menudo se entrecruzaban. Y de eso es un ejemplo Golfus de Roma. Además, con una vis cómica que adapta el universo de Plauto, desconocido para el gran público -entre los que me incluía, por cierto-. Los bajos fondos de la Ciudad Eterna, siempre con ese decadente encanto entre sus mercados, pillos y colinas como El Aventino.
Ya sea por aproximarse a la antigua Roma desde la comedia musical, por disfrutar de los gagas de Zero Mostel o asistir a la despedida de un grande del género como Buster Keaton -la cosa va de despedidas este enero en Argoderse-, Golfus de Roma es una delicia para compartir en casa. Y desde su introducción, resumen perfecto de lo que está por venir, te va a enganchar. Compruébalo.
La segunda es la casa de Lycus, conocido mercader de carne femenina. Esto es para aquellos a quienes les importa un comino los piratas.
Y, finalmente, la casa de Senex, donde vive con su esposa y su hijo. En ella mora también Pséudolus, esclavo de ese hijo. Pséudolus es el personaje que más me gusta de esta farsa: un papel de enorme variedad, rico en matices, e interpretado por un actor de tanto talento, de tan brillantes dotes, de tan… en fin, sencillamente: ¡lo interpreto yo!".
¿Y quién es yo? Pues nada menos que Zero Mostel. El gran Zero Mostel, que lo mismo hacía teatro que cine, drama (Pánico en las calles) que comedia. Y en este último género, Mostel fue superlativo. Un ejemplo de ello es Golfus de Roma, una sátira donde el actor estadounidense da vida al pícaro de Pséudolus, que a la par es el título homónimo de una de las comedias clásicas de Tito Macio Plauto, traducida como El impostor.
Y es que Golfus de Roma es, básicamente, un compendio de la obra de Plauto, el gran comediógrafo romano cuyas obras aún tienen representación en los teatros de medio mundo. Como por ejemplo La Asinaria. La creación de Plauto destaca por lo que se conoce como comedia de enredo y un reparto coral donde los protagonistas -a veces intercalando papeles- de las historias cruzan sus caminos con resultados, generalmente, disparatados. En ocasiones surrealistas y absurdos, pero de una tremenda comicidad.
'Golfus de Roma' no escapa tampoco a esa vis lujuriosa de la antigua Roma. |
Y de entre todos los personajes, emerge uno que, como en el caso de la película de Richard Lester -anteriormente había rodado Que noche la de aquel día y, posteriormente, dirigió Robin y Marian- se encarga de liar a todos para conseguir sus propósitos. Ese es, como decía, Pséudolus. El bueno de Zero Mostel. Indolente, perezoso, como su propio nombre indica: un impostor. El esclavo caradura que cuando se entera que el hijo de su amo está enamorado maquina todo lo posible para que triunfe Cupido a cambio, claro, de su libertad.
Teatro en la gran pantalla
Por supuesto que la meta final de Pséudolus está llena de obstáculos. Su ingenio a menudo tropieza con otros personajes como su propio amo, Senex, el mencionado Lycus y Erronius, al que da vida Buster Keaton en la que a la postre sería su última película junto a Guerra a la italiana, también en 1966.Así pues, como la propia introducción del filme indica: "A sufrir mañana, hoy reiré la mar". Y en Golfus de Roma te ríes mucho. Más aún: muchísimo. Pícaros, crápulas, generales, dioses, piratas, patricios, pájaras, prostitutas, eunucos. Son todos bienvenidos a esta adaptación del éxito homónimo de Broadway que en la gran pantalla es una delicia.
Prácticamente teatro en la gran pantalla, con una estructura muy escenográfica y un resultado final al estilo de los trabajos de Mel Brooks. En esta sátira rodada en España -concretamente a las afueras de Madrid, aprovechando los decorados construidos de Samuel Bronston para La caída del Imperio Romano- prima la agilidad de unos diálogos con tintes musicales que imprimen a la trama un ritmo altísimo. No desfallece en ningún momento.
Y el trabajo actoral es impresionante. Zero Mostel, perseguido por el Comité de Actividades Antiamericanas en la conocida 'Caza de brujas', demuestra ese talento innato para la comedia, que también evidenció en Los Productores. Está perfecto como Pséudolus, un encantador de serpientes. Histriónico como nunca.
Una cómica mirada a la antigua Roma
Cuando se habla de la antigua Roma siempre sale esa visión de conquista, batallas, emperadores y dinastías. Sus entresijos. Y en el mundo del arte televisivo lo hemos podido ver en series como Yo, Claudio o Roma (serie de HBO).'Golfus de Roma', rodada parte en España, supone también la despedida de Buster Keaton. |
Pero la República y el Imperio tenía también presente el día a día de sus gentes. De plebeyos y patricios que a menudo se entrecruzaban. Y de eso es un ejemplo Golfus de Roma. Además, con una vis cómica que adapta el universo de Plauto, desconocido para el gran público -entre los que me incluía, por cierto-. Los bajos fondos de la Ciudad Eterna, siempre con ese decadente encanto entre sus mercados, pillos y colinas como El Aventino.
Ya sea por aproximarse a la antigua Roma desde la comedia musical, por disfrutar de los gagas de Zero Mostel o asistir a la despedida de un grande del género como Buster Keaton -la cosa va de despedidas este enero en Argoderse-, Golfus de Roma es una delicia para compartir en casa. Y desde su introducción, resumen perfecto de lo que está por venir, te va a enganchar. Compruébalo.
Ficha Técnica
Título original: A Funny Thing Happened on the Way to the Forum
Año: 1966
Duración: 99 min.
Género: Comedia / Musical
País: Reino Unido
Dirección: Richard Lester
Guión: Melvin Frank, Michael Pertwee (Obra: Burt Shevelove, Larry Gelbart)
Música: Stephen Sondheim
Fotografía: Nicolas Roeg
Reparto: Zero Mostel, Phil Silvers, Buster Keaton, Michael Crawford, Jack Gilford, Annette Andre, Michael Hordern, Leon Greene, Roy Kinnear, Alfie Bass, John Bluthal, Pamela Brown, Patricia Jessel, Beatrix Lehmann, Frank Thornton, Peter Butterworth, Ingrid Pitt
Premios: 1966: Oscar: Mejor banda sonora (Adaptada)
1966: Globos de Oro: Nominada Mejor película - Comedia/musical
Puntuación: 8/10
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