Hace una semana analizábamos la figura de María Magdalena en el cine a raíz de la película interpretada por Rooney Mara. Una Magdalena de la que poco o nada se sabe a ciencia cierta teniendo en cuenta los Evangelios del Nuevo Testamento. Así nos lo decía Javier Alonso: biblista, historiador y escritor que lleva un cuarto de siglo dedicado al estudio del Antiguo y Nuevo Testamento. Y con él aprovechábamos también la oportunidad de abordara otro personaje clave en el Cristianismo: Pablo de Tarso.
Y es que ahora, una semana después de María Magdalena, llega a la gran pantalla Pablo, el apóstol de Cristo. Otra vez el cine y la religión cruzan sus caminos. En esta ocasión, con Jim Caviezel en el papel de Pablo, que en líneas generales, pasó de perseguir a los primitivos cristianos a difundir la palabra y el mensaje de Jesús de Nazaret.
"Pablo sí tiene más elementos para construir un personaje entre sus cartas y los Hechos de los Apóstoles", explica Javier en comparación con la figura de María Magdalena. Eso sí, no es muy halagüeño en cómo será tratado en la película de Andrew Hyatt. "Me temo que también nos lo van a dulcificar. Porque Pablo de Tarso tuvo un punto violento y profundamente arrogante. Hay frases que dice: Haced como yo, poniéndose de ejemplo, que lo hacen evidente. Tuvo una falsa modestia tremenda. Es un personaje más rico en matices y en un periodo como los primeros años del Cristianismo mucho más interesante".
A pesar de eso,antes de convertirse en apóstol póstumo a la muerte del Mesías, Pablo perseguía a los cristianos primitivos. "Si lees las cartas de Pablo, parece que no tiene ni idea de los datos biográficos de Jesús. Él es judío y los seguidores de Jesús dentro del Judaísmo eran considerados herejes o molestos por las autoridades judías de la época. Entonces Pablo es uno de los encargados de meter en vereda a esa gente".
De hecho, según los textos antiguos, los jefes de los sacerdotes de Israel le confiaron la misión de buscar y hacer detener a los partidarios de Jesús en Damasco. Pero de camino a la ciudad Siria, Saulo -así se llamaba antes de ser Pablo en el Nuevo Testamento- tuvo la aparición de Jesús en el año 36 recriminándole su persecución y le llamó a convertirse en el apóstol de los gentiles. "Se cambia de bando. Es el furor del converso", comenta el escritor y biblista sonriendo.
"Si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe"
De ahí se explica que sin Pablo de Tarso el Cristianismo que hoy conocemos no sería el que es. Un personaje vital para la creencia en la Resurrección de Jesús. Y no lo digo yo, sino que Javier Alonso nos arroja más luz sobre su papel en la historia. "Sin Pablo de Tarso, la muerte de Jesús probablemente hubiera quedado en nada. Pero tuvo a Pablo y una serie de predicadores cristianos que quizá en el momento propicio extienden este mensaje por todo el Imperio Romano y tiene éxito".
Relatos sobre la vuelta a la vida tras la muerte ya existían en el Antiguo Testamento. "Hay una diferencia con las demás creencias en la
resurrección del Antiguo Testamento", dice Javier; "los judíos, normalmente, no son un pueblo
que intente convertir a los demás. Pero Pablo sí lo intenta. Al no intentarlo
los judíos, ese mensaje no se expande. Queda como una cuestión interna. La
creencia en la resurrección que transmite Pablo a los creyentes ya tiene una
intención universal. Es el tipo indicado en el momento indicado, porque viaja por todo el Oriente Mediterráneo y lleva ese mensaje a Asia Menor y Grecia".
Y es que ahora, una semana después de María Magdalena, llega a la gran pantalla Pablo, el apóstol de Cristo. Otra vez el cine y la religión cruzan sus caminos. En esta ocasión, con Jim Caviezel en el papel de Pablo, que en líneas generales, pasó de perseguir a los primitivos cristianos a difundir la palabra y el mensaje de Jesús de Nazaret.
"Pablo sí tiene más elementos para construir un personaje entre sus cartas y los Hechos de los Apóstoles", explica Javier en comparación con la figura de María Magdalena. Eso sí, no es muy halagüeño en cómo será tratado en la película de Andrew Hyatt. "Me temo que también nos lo van a dulcificar. Porque Pablo de Tarso tuvo un punto violento y profundamente arrogante. Hay frases que dice: Haced como yo, poniéndose de ejemplo, que lo hacen evidente. Tuvo una falsa modestia tremenda. Es un personaje más rico en matices y en un periodo como los primeros años del Cristianismo mucho más interesante".
A pesar de eso,antes de convertirse en apóstol póstumo a la muerte del Mesías, Pablo perseguía a los cristianos primitivos. "Si lees las cartas de Pablo, parece que no tiene ni idea de los datos biográficos de Jesús. Él es judío y los seguidores de Jesús dentro del Judaísmo eran considerados herejes o molestos por las autoridades judías de la época. Entonces Pablo es uno de los encargados de meter en vereda a esa gente".
De hecho, según los textos antiguos, los jefes de los sacerdotes de Israel le confiaron la misión de buscar y hacer detener a los partidarios de Jesús en Damasco. Pero de camino a la ciudad Siria, Saulo -así se llamaba antes de ser Pablo en el Nuevo Testamento- tuvo la aparición de Jesús en el año 36 recriminándole su persecución y le llamó a convertirse en el apóstol de los gentiles. "Se cambia de bando. Es el furor del converso", comenta el escritor y biblista sonriendo.
"Si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe"
De ahí se explica que sin Pablo de Tarso el Cristianismo que hoy conocemos no sería el que es. Un personaje vital para la creencia en la Resurrección de Jesús. Y no lo digo yo, sino que Javier Alonso nos arroja más luz sobre su papel en la historia. "Sin Pablo de Tarso, la muerte de Jesús probablemente hubiera quedado en nada. Pero tuvo a Pablo y una serie de predicadores cristianos que quizá en el momento propicio extienden este mensaje por todo el Imperio Romano y tiene éxito".
A pesar de esta importancia, para Javier "no se puede decir que él inventa el Cristianismo. Él sigue
interpretando a Jesús en clave estrictamente judía. En realidad el Cristianismo
se va inventando de Pablo en adelante". Aunque eso sí "indudablemente sin Pablo todo
hubiese sido muy, muy diferente. Hubiese quedado en nada.
Harry Dean Stanton
Pocas películas en la historia del cine se han centrado exclusivamente en la figura de Pablo de Tarso. La Biblia: Pablo de Tarso, es una miniserie italiana del año 2000 que aborda su figura. Incluso el cine español tiene su película para Pablo en Pablo de Tarso: El último viaje, del año 2010 y que habla de esa conversión del apóstol y como posteriormente difundió la palabra de Jesús.
Pero si una interpretación de Pablo sobresale por encima del resto esa es la de Harry Dean Stanton en La última tentación de Cristo (1988) de Martin Scorsese. Esa descripción explicada por Javier se pone de manifiesto en la secuencia que Stanton comparte con Willem Dafoe. Pablo está hablando a los ciudadanos de Corinto, con vehemencia. Habla de un Jesús resucitado y como se ha convertido por la luz del Hijo de Dios. De hecho es el primero, antes que los evangelistas, en dejar el testimonio por escrito de la resurrección sin haber sido coetáneo a Jesús. Y un Jesús que no ha muerto en la cruz, en la película de Scorsese, le reprocha a Pablo su actitud en un diálogo brutal, como toda la película.
Y al igual que recomendábamos en la cinta de María Magdalena, el Pablo de Tarso que interpreta Jim Caviezel es, como el cine, ficción. Así hay que tomarlo. Pero como siempre advertimos, bienvenidas sean estas películas para, al menos, acercar al gran público la figura de alguien como Pablo, vital en la forja del Cristianismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario