(SI NO HAS VISTO LA PRIMERA TEMPORADA, HUYE DE AQUÍ !YA!) Dejamos Wayward Pines al borde del colapso tras la primera temporada. Con Ethan Burke -Matt Dillon-, pasado a mejor vida, y el creador del paraíso en la tierra, el Doctor Jenkins (David Pilcher) -Toby Jones- muerto a manos de su hermana, la enfermera Pam- Melissa Leo-. El pueblo está ahora gobernado por la primera generación nacida en Wayward. La mano de hierro de Jason Higgins -Jason Stevens- y de Kerry Cambell -Kacey Rohl- se hace notar en las calles; los rebeldes están prácticamente anulados; los abbies amenazan la seguridad pero algo cambia en su comportamiento; y los nuevos habitantes, como el doctor, Theo Yedlin -Jason Patric-, se topan de bruces con una realidad apocalíptica.
Así arranca una segunda temporada de Wayward Pines, que una vez descubierto el pastel de la primera es normal que pierda esa fuerza original. Aún así, en líneas generales, aprueba en el nada difícil cometido de entretener. Porque esta vez la línea filosófica de la primera temporada queda totalmente enterrada pese a los esfuerzos de intentar hacer reflexionar sobre la tolerancia a lo distinto y el miedo a lo diferente. Eso ya no tiene ningún sentido en esa segunda sesión, donde los personajes, además, no tienen ningún tipo de evolución argumental y todo resquicio de los antiguos protagonistas queda totalmente borrado del mapa. O en proceso de ello.
De modo que, una vez muerta la originalidad y los vestigios del inicio, queda centrarse en el desarrollo de la trama de esta segunda temporada. Un argumento hasta cierto punto previsible. Apenas hay intriga. Todo queda reducido a un enfrentamiento entre dos especies que no pueden convivir. Están avocadas a chocar, pese a los esfuerzos de unos pocos como el doctor Theo Yedlin. Jason Patric, a nivel interpretativo, es lo más destacado del reparto. Y lo tenía difícil ante el nivel que marcó Matt Dillon.
La lucha por la supervivencia de humanos y abbies es un calco al del Homo Sapiens y el de Neandertal. Este conflicto es la base que se desarrolla durante los diez capítulos que conforman esta segunda temporada y donde uno de sus productores, M. Night Shyamalan, ya no está detrás de las cámaras. Eso se nota en la ejecución en pantalla.
Porque por momentos, Wayward Pines pasa a ser un producto de serie B que, aunque parezca increíble, no naufraga del todo. Va dando tumbos, sin rumbo. Perdiéndose en en absurdas secuencias de un drama que no viene a cuento. Y aún así, en ningún momento bostezas o apagas la televisión. Por paradójico que resulte, el producto final termina funcionando. Eso sí, muy lejos de la primera temporada. Lo que llevó a los productores, ante la brutal caída de audiencia, a desistir de una tercer temporada.
Como sucede en otras series acabadas antes de tiempo -véase la extraordinaria Cárnivale- quedan en el tintero algunos conflictos que van naciendo de la trama principal. Sin embargo, y los personajes no tienen tanto tirón como sus originales, son cuitas tan naíf que verdaderamente no necesitan un desarrollo posterior. Acabándose así una franquicia que no daba para más.
Así arranca una segunda temporada de Wayward Pines, que una vez descubierto el pastel de la primera es normal que pierda esa fuerza original. Aún así, en líneas generales, aprueba en el nada difícil cometido de entretener. Porque esta vez la línea filosófica de la primera temporada queda totalmente enterrada pese a los esfuerzos de intentar hacer reflexionar sobre la tolerancia a lo distinto y el miedo a lo diferente. Eso ya no tiene ningún sentido en esa segunda sesión, donde los personajes, además, no tienen ningún tipo de evolución argumental y todo resquicio de los antiguos protagonistas queda totalmente borrado del mapa. O en proceso de ello.
De modo que, una vez muerta la originalidad y los vestigios del inicio, queda centrarse en el desarrollo de la trama de esta segunda temporada. Un argumento hasta cierto punto previsible. Apenas hay intriga. Todo queda reducido a un enfrentamiento entre dos especies que no pueden convivir. Están avocadas a chocar, pese a los esfuerzos de unos pocos como el doctor Theo Yedlin. Jason Patric, a nivel interpretativo, es lo más destacado del reparto. Y lo tenía difícil ante el nivel que marcó Matt Dillon.
Secuencias de la segunda temporada de 'Wayward Pines', más floja que su predecesora. |
La lucha por la supervivencia de humanos y abbies es un calco al del Homo Sapiens y el de Neandertal. Este conflicto es la base que se desarrolla durante los diez capítulos que conforman esta segunda temporada y donde uno de sus productores, M. Night Shyamalan, ya no está detrás de las cámaras. Eso se nota en la ejecución en pantalla.
Porque por momentos, Wayward Pines pasa a ser un producto de serie B que, aunque parezca increíble, no naufraga del todo. Va dando tumbos, sin rumbo. Perdiéndose en en absurdas secuencias de un drama que no viene a cuento. Y aún así, en ningún momento bostezas o apagas la televisión. Por paradójico que resulte, el producto final termina funcionando. Eso sí, muy lejos de la primera temporada. Lo que llevó a los productores, ante la brutal caída de audiencia, a desistir de una tercer temporada.
Como sucede en otras series acabadas antes de tiempo -véase la extraordinaria Cárnivale- quedan en el tintero algunos conflictos que van naciendo de la trama principal. Sin embargo, y los personajes no tienen tanto tirón como sus originales, son cuitas tan naíf que verdaderamente no necesitan un desarrollo posterior. Acabándose así una franquicia que no daba para más.
Ficha Técnica
Título original: Wayward Pines
Año: 2015
II Temporada: 10 episodios
Duración: 45 minutos
Género: Ciencia Ficción
País: Estados Unidos
Directores: Jeff T. Thomas, John Krokidas, Alrick Riley, Brad Turner, David Petrarca, Jennifer Lynch, Vincenzo Natali, Mathias Herndl
Guión: Mark Friedman, Anna Fricke, Edward Ricourt, Tyler Hisel
Reparto: Jason Patric, Jason Stevens, Toby Jones, Melissa Leo, Djimon Hounsou, Josh Helman, Nimrat Kaur, Hope Davis, Emma Tremblay, Carla Gugino, Siobhan Fallon Hogan, Tim Griffin, Kacey Rohl
Puntuación: 5/10
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