7 de septiembre de 187, Northfield, Minnesota, al oeste del río Missisippi. Allí se encuentra el banco más grande que la banda de Cole Younger (Cliff Robertson, ganador del Oscar en 1968 por Charly y el tío Ben en Spiderman) y Jesse James (Robert Duvall -El Padrino, y ganador del Oscar por Gracias y favores) pretenden asaltar. Para ello urden un plan perfecto. Nada puede salir mal. Pero la Diosa Fortuna es muy caprichosa, como las gentes ricas del pueblo y los marshall que se niegan a ser pisoteados por los forajidos. Sin ley ni esperanza, la leyenda de Jesse Jame comienza a forjarse en las tierras de Minnesota con el permiso de Younger.
El mismo año que Robert Duvall triunfaba con El Padrino (1972) protagonizaba junto a Cliff Robertson este interesante western dirigido por Philip Kaufman, el responsable de películas como La invasión de los ultracuerpos (1978), The Wanderers (1979), Elegidos para la gloria (1983) o Quills (2000).
Sin ley ni esperanza es una especie de documental sobre la posguerra tras el intento de Secesión. Las consecuencias del auge unionista. Pero también, a modo de leyenda, la cesión del testigo entre Younger y James. El primero, veterano de la Guerra de Secesión, se asocia ya entrado en años con un joven y ambicioso Jesse James y sus hermanos. De hecho, el protagonismo es de Younger. Tanto la preparación del golpe como su ejecución. Es el cerebro y quién marca los pasos hacia el desenlace final.
Sin embargo representa una época que toca a su fin para dejar paso a Jesse James, más decidido y despiadado. Sin complejos y que lucha por una causa. Una especie de Robin Hood vaquero, cocido a sangre y fuego y que no hace prisioneros. Y aquí Robert Duvall enseña su cara más desatada y violenta. Desmitifica a James. Le quita ese romanticismo que se recupera en películas como El Asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford para mostrar otra más salvaje.
A pesar de tener entre sus mano buen material, la película de Kaufman es irregular. Con un arranque prometedor, la trama va perdiendo fuelle a medida que avanza por unos parajes bien fotografiados. Y así, las secuencias de acción van cediendo terreno entre la promesa de amnistía del Estado de Minnesota a los forajidos que cuentan con el favor del pueblo; el progreso del ferrocarril y los terratenientes a costa del sufrimiento de familias. Núcleos que ven como les arrebatan sus tierras que antes quitaron a los nativos. O el advenimiento del béisbol como deporte nacional. En definitiva, una tierra que se muere ante el capitalismo unionista, que amenaza con arrasar la vida tradicional.
Como oposición a este avance de la llamada modernidad nacen estos forajidos como Younger -la vieja escuela- y James, que representa a la nueva horneada de bandidos. Pero aún así, pese a tener todos estos ingredientes, no termina de enganchar salvo pequeñas pinceladas y las interpretaciones de ambos actores ganadores del Oscar. Porque tampoco los secundarios logran estar a la altura en un género, el western, siempre tan agradecido.
Así pues, ya sea por ahondar en la figura de Jesse James o recuperar películas enterradas en el baúl, además de una duración que no llega a la hora y media, Sin ley ni esperanza merece ser vista. Aunque sea por ver que, para una parte de la población americana del siglo XIX, los héroes no llevaban capa sino pistolas y sombrero.
Ficha Técnica
Título original: The Great Northfield Minnesota Raid
Año: 1972
Duración: 87 min.
Género: Western
País: Estados Unidos
Dirección: Philip Kaufman
Guión: Philip Kaufman
Música: Dave Grusin
Fotografía: Bruce Surtees
Reparto: Cliff Robertson, Robert Duvall, Luke Askew, R.G. Armstrong, Dana Elcar, Donald Moffat, John Pearce, Matt Clark, Wayne Sutherlin, Robert H. Harris, Jack Manning, Elisha Cook Jr., Royal Dano, Mary-Robin Redd
Puntuación: 6,5/10
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