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lunes, 6 de noviembre de 2017

'La batalla de los sexos': Absurda, aburrida y simplona

En el año 1973, la número uno del mundo del tenis femenino, Billie Jean King, de 29 años, se enfrentó al extenista profesional, de 55 años, Bobby Riggs. Un partido para la posteridad y que sentó frente al televisor a millones de estadounidenses. El objetivo, al menos a priori, era demostrar si una tenista femenina podía vencer a un hombre y competir frente a este en el circuito ATP. Un evento que fue conoció como La batalla de los sexos.


Ahora, casi cincuenta años después, los creadores de Pequeña Miss Sunshine adaptan al cine la historia del partido, sus prolegómenos y la actitud de sus protagonistas bajo el título homónimo. Eso sí, el resultado es un desastre, reduciendo al absurdo una cuestión tan importante como la igualdad de oportunidades -esto es importante aclararlo- entre hombres y mujeres. Y es que hombres y mujeres, por cuestiones tan evidentes como las fisiológicas, no somos iguales. Tampoco mejores ni peores. Simplemente, diferentes. La verdadera igualdad radica en las oportunidades. En el punto de partida. Que ha de ser el mismo para todos, sin distinción de sexos. Y ahí hay mucho camino por recorrer porque -otra evidencia-, a día de hoy, siguen sin alcanzarse esas mismas oportunidades en detrimento de la mujer.

Es verdad que el partido en sí es un hecho real. Pasó tal cual y al menos valió para dar visibilidad a la discriminación en el tenis, aunque se extienda a todos los terrenos de la sociedad. Las formas del partido y su auténtica finalidad ya son discutibles. Pero lo que aquí nos ocupa no son cuestiones sociales sino artísticas. Estrictamente cine, en este caso. Y en este punto la película de Jonathan Dayton y Valerie Faris -los directores- es aburrida, simplona y muy plana. El verdadero mensaje de aquellas heroínas que desafiaron al tenis norteamericano reivindicando las mismas oportunidades y condiciones, se pierde en clichés, show lamentable y barato papel couché.

No me interesa en absoluto la vida amorosa de Billie Jean King -interpretada discretamente por Emma Stone-. Ocultada en el trailer pero epicentro de todo el argumento. Me interesa más su lucha. Su reivindicación. Su pelea por destruir un sistema, en este caso el tenéis, falocéntrico. Y también su conquista social y visibilizar de manera efectiva una cuestión que, aún hoy, sigue vigente. Pero a los creadores de La batalla de los sexos eso parece no preocuparles hasta después de transcurrida una hora y media. Y la película dura dos horas.

Así se pierden noventa minutos de abordar un problema como la falta de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. La obra se decanta por la comedia y el drama fácil, con apenas un par de pinceladas del verdadero conflicto. Obviamente los creadores del filme tienen dos opciones y escogen, para mi, la desacertada. Pero ya errando en el tiro, insisten en los fallos una y otra vez y únicamente pequeños destellos del personaje interpretado por Alan Cumming (X-MEN) le salvan del fracaso absoluto. Ni Steve Carell, que lo intenta, tiene perdón. Una oportunidad perdida. Un desastre más de la cartelera.


Ficha Técnica


Título original: Battle of the Sexes

Año: 2017

Duración: 121 min.

País: Estados Unidos Estados Unidos

Director: Jonathan Dayton, Valerie Faris

Guión: Simon Beaufoy

Música: Nicholas Britell

Fotografía: Linus Sandgren

Reparto: Emma Stone, Steve Carell, Andrea Riseborough, Elisabeth Shue, Bill Pullman, Austin Stowell, Sarah Silverman, Alan Cumming, Eric Christian Olsen, Jessica McNamee, Mickey Sumner, James Mackay, Agnes Olech, Chet Grissom, Chip Chinery, John C. McGinley

Puntuación: 3/10

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