Mel Gibson es uno de los directores más controvertidos de Hollywood. Y todo porque Gibson se moja por defender y predicar en pantalla aquello en lo que cree y siente. Sin disfraces ni artificios, el cineasta estadounidense de ascendencia australiana sale a pecho descubierto en todas sus películas. No tiene nada de políticamente correcto y claro, eso a un sector pusilánime de la sociedad -generalmente anti todo con lo que tenga que ver con la religión y posicionamientos más conservadores- le molesta.
Por eso esperaban con ganas su último trabajo hasta el momento, Hasta el último hombre, para cargar nuevamente contra Gibson, a quien su vida privada le ha jugado alguna que otra mala pasada. Ese pelotón de fusilamiento 'progre' estaba esperándole para clavar el último clavo en su ataúd mediático. Pero no ha podido ser, a pesar de que llevaba diez años sin dirigir desde Apocalypto.
Y ello porque Hasta el último hombre es un trabajo redondo, completo y una obra maestra con mayúsculas del cine moderno. Una montaña rusa de emociones que nos llevan del drama a la acción, el romance y la bondad de un personaje histórico al que Gibson rescata del anonimato. Y así, el director de La pasión de Cristo ha vuelto a recurrir a un viejo amigo como Randall Wallace -ya colaboraron juntos en Braveheart y aquí su guión es espléndido- para adaptar a la gran pantalla la vida de Desmond Doss, el primer objetor de conciencia en la historia estadounidense en recibir la Medalla de Honor del Congreso.
Andrew Garfield -su madurez interpretativa le ha llegado con este trabajo y está soberbio- da vida a Doss, un héroe atípico nacido en Virginia, contrario a la violencia, que se alista al ejército en la recta final de la Segunda Guerra Mundial. Doss, convencido de su moral y su ética, se enfrenta a todo el establishment militar estadounidense, salvando incluso un Consejo de Guerra, para lograr servir al ejército como médico en la sanguinaria batalla de Okinawa. Y allí obra uno de los milagros más hermosos que uno ha podido ver en pantalla.
Y en todos estos pequeños episodios que se recomponen en la gran película facturada por Gibson brillan sus actores. Si lo de Garfield y Weaving es de escándalo, no andan distanciados Vince Vaughn, Sam Worthington y Luke Bracey. Cada uno magnífico en su rol y aportando minutos de calidad en secuencias que nos preparan para la tormenta que está a punto de estallar.
Porque la segunda parte de Hasta el último hombre es una de las recreaciones bélicas más reales y salvajes que se han rodado en lo que va de siglo. Mel Gibson con su cámara plasma la crudeza del frente oriental y concretamente de la batalla de Okinawa, donde Desmond Doss se alzó como un héroe titánico.
Tras familiarizarnos con los soldados estadounidenses durante su instrucción, nos suelta junto a ellos en el infierno terrenal de una batalla donde impera la sinrazón -siguiendo el mismo proceso de Hermanos de Sangre-. Planos sobrecogedores, escenas de acción inimaginables y un espectador incapaz de pestañear ante la lluvia de balas, sangre y cabrones japoneses salidos cual demonios de las entrañas de la tierra. Todo un espectáculo visual que permanece en la retina y completa una obra magnífica donde no queda ningún palo por tocar y donde, por favor, no deben perderse los títulos de crédito, que son la guinda final de un pastel delicioso y conmovedor.
La paradoja de Hasta el último hombre radica en este aspecto clave en el cine de Gibson. La cinta es todo un alegato por la recuperación de la espiritualidad, contra la guerra y la violencia del ser humano. Pero esta, a su vez, es inherente e innata, porque el mundo que rodea al hombre es, desgraciadamente, violento y en él tiene que desenvolverse. Sin embargo, de cuando en cuando se manifiesta la bondad divina en un individuo como Doss, que hace posible lo imposible -no convierte el agua en vino, pero es capaz de otros ´milagros', y escenas auténticas hay unas cuantas-.
Así lo inverosímil se hace realidad y la ficción se ve nuevamente superada por los acontecimientos reales. Y ese alegato por lo puro se extiende, además, a favor de los hombres sencillos, cuyos valores inquebrantables se han visto ridiculizados de un tiempo a esta parte. Pero Mel Gibson, como Desmond Doss, están por encima de estas inocuas burlas y regalan historias que atrapan en la pantalla y devuelven la fe en el buen cine y la humanidad.
Título original: Hacksaw Ridge
Año: 2016
Duración: 131 min.
Género: Bélico / Drama
País: Estados Unidos
Director: Mel Gibson
Guión: Robert Schenkkan, Randall Wallace, Andrew Knight
Música: Rupert Gregson-Williams
Fotografía: Simon Duggan
Reparto: Andrew Garfield, Vince Vaughn, Hugo Weaving, Teresa Palmer, Sam Worthington, Luke Bracey, Rachel Griffiths, Richard Roxburgh, Matt Nable, Nathaniel Buzolic, Ryan Corr, Goran D. Kleut, Firass Dirani, Milo Gibson, Ben O'Toole
Premios: 2016: Premios Oscar: Mejor montaje y sonido
2016: Globos de Oro: Nominada a mejor película-drama, director y actor (Garfield)
2016: American Film Institute (AFI): Top 10 - Mejores películas del año
2016: Critics Choice Awards: Mejor película de acción y actor - acción (Garfield)
2016: Premios BAFTA: 5 nominaciones, incluyendo Mejor actor (Andrew Garfield)
2016: National Board of Review (NBR): Mejores 10 películas del año
Puntuación: 10/10
Por eso esperaban con ganas su último trabajo hasta el momento, Hasta el último hombre, para cargar nuevamente contra Gibson, a quien su vida privada le ha jugado alguna que otra mala pasada. Ese pelotón de fusilamiento 'progre' estaba esperándole para clavar el último clavo en su ataúd mediático. Pero no ha podido ser, a pesar de que llevaba diez años sin dirigir desde Apocalypto.
Y ello porque Hasta el último hombre es un trabajo redondo, completo y una obra maestra con mayúsculas del cine moderno. Una montaña rusa de emociones que nos llevan del drama a la acción, el romance y la bondad de un personaje histórico al que Gibson rescata del anonimato. Y así, el director de La pasión de Cristo ha vuelto a recurrir a un viejo amigo como Randall Wallace -ya colaboraron juntos en Braveheart y aquí su guión es espléndido- para adaptar a la gran pantalla la vida de Desmond Doss, el primer objetor de conciencia en la historia estadounidense en recibir la Medalla de Honor del Congreso.
Andrew Garfield da vida al héroe de guerra Desmond Doss |
Andrew Garfield -su madurez interpretativa le ha llegado con este trabajo y está soberbio- da vida a Doss, un héroe atípico nacido en Virginia, contrario a la violencia, que se alista al ejército en la recta final de la Segunda Guerra Mundial. Doss, convencido de su moral y su ética, se enfrenta a todo el establishment militar estadounidense, salvando incluso un Consejo de Guerra, para lograr servir al ejército como médico en la sanguinaria batalla de Okinawa. Y allí obra uno de los milagros más hermosos que uno ha podido ver en pantalla.
La guerra más sanguinaria
Hasta el último hombre tiene dos partes bien diferencias y ambas con sus singularidades. En la primera se nos presenta al protagonista, la forja de sus ideales y su entorno. Desde una familia marcada por la Primera Guerra Mundial -brutal y desgarradora la interpretación de Hugo Weaving-, hasta la fase de instrucción en el ejército, pasando por un episodio romántico que nada desentona y que protagonizan un irresistible Garfield y la atractiva Teresa Palmer -una sonrisa angelical que ni la mismísima Scarlett Johansson-'Hasta el último hombre' recrea de forma salvaje y brutal escenas de la batalla de Okinawa. |
Y en todos estos pequeños episodios que se recomponen en la gran película facturada por Gibson brillan sus actores. Si lo de Garfield y Weaving es de escándalo, no andan distanciados Vince Vaughn, Sam Worthington y Luke Bracey. Cada uno magnífico en su rol y aportando minutos de calidad en secuencias que nos preparan para la tormenta que está a punto de estallar.
Porque la segunda parte de Hasta el último hombre es una de las recreaciones bélicas más reales y salvajes que se han rodado en lo que va de siglo. Mel Gibson con su cámara plasma la crudeza del frente oriental y concretamente de la batalla de Okinawa, donde Desmond Doss se alzó como un héroe titánico.
La relación entre Garfield y Palmer es uno de los valores añadidos de la película de Gibson. |
Tras familiarizarnos con los soldados estadounidenses durante su instrucción, nos suelta junto a ellos en el infierno terrenal de una batalla donde impera la sinrazón -siguiendo el mismo proceso de Hermanos de Sangre-. Planos sobrecogedores, escenas de acción inimaginables y un espectador incapaz de pestañear ante la lluvia de balas, sangre y cabrones japoneses salidos cual demonios de las entrañas de la tierra. Todo un espectáculo visual que permanece en la retina y completa una obra magnífica donde no queda ningún palo por tocar y donde, por favor, no deben perderse los títulos de crédito, que son la guinda final de un pastel delicioso y conmovedor.
La espiritualidad, según Mel Gibson
El trabajo de Gibson no se entiende sin su religión y espiritualidad. Él tiene su visión, su idea y en todo momento este leitmotiv está presente en el ambiente. Como Dios. Y no se le puede reprochar porque lo hace de una forma tan brillante que sucumben hasta sus detractores. El propio Doss es un ejemplo de ello y Andrew Garfield, por su aspecto físico y talento natural sabe captar el mensaje del cineasta australiano, a caballo entre la acción de Salvar al Soldado Ryan y el alma de La delgada línea roja.Mel Gibson ha vuelto diez años después a la dirección con una película espectacular. |
La paradoja de Hasta el último hombre radica en este aspecto clave en el cine de Gibson. La cinta es todo un alegato por la recuperación de la espiritualidad, contra la guerra y la violencia del ser humano. Pero esta, a su vez, es inherente e innata, porque el mundo que rodea al hombre es, desgraciadamente, violento y en él tiene que desenvolverse. Sin embargo, de cuando en cuando se manifiesta la bondad divina en un individuo como Doss, que hace posible lo imposible -no convierte el agua en vino, pero es capaz de otros ´milagros', y escenas auténticas hay unas cuantas-.
Así lo inverosímil se hace realidad y la ficción se ve nuevamente superada por los acontecimientos reales. Y ese alegato por lo puro se extiende, además, a favor de los hombres sencillos, cuyos valores inquebrantables se han visto ridiculizados de un tiempo a esta parte. Pero Mel Gibson, como Desmond Doss, están por encima de estas inocuas burlas y regalan historias que atrapan en la pantalla y devuelven la fe en el buen cine y la humanidad.
Ficha Técnica
Título original: Hacksaw Ridge
Año: 2016
Duración: 131 min.
Género: Bélico / Drama
País: Estados Unidos
Director: Mel Gibson
Guión: Robert Schenkkan, Randall Wallace, Andrew Knight
Música: Rupert Gregson-Williams
Fotografía: Simon Duggan
Reparto: Andrew Garfield, Vince Vaughn, Hugo Weaving, Teresa Palmer, Sam Worthington, Luke Bracey, Rachel Griffiths, Richard Roxburgh, Matt Nable, Nathaniel Buzolic, Ryan Corr, Goran D. Kleut, Firass Dirani, Milo Gibson, Ben O'Toole
Premios: 2016: Premios Oscar: Mejor montaje y sonido
2016: Globos de Oro: Nominada a mejor película-drama, director y actor (Garfield)
2016: American Film Institute (AFI): Top 10 - Mejores películas del año
2016: Critics Choice Awards: Mejor película de acción y actor - acción (Garfield)
2016: Premios BAFTA: 5 nominaciones, incluyendo Mejor actor (Andrew Garfield)
2016: National Board of Review (NBR): Mejores 10 películas del año
Puntuación: 10/10
Fantástica crítica. Nada que reprochar ni añadir.
ResponderEliminarGracias! Y un placer que la hayas leído y nos sigas ;)
ResponderEliminarMe ha sorprendido gratamente lo que he leído. Tienes un nuevo seguidor. Saludos y a seguir con ello.
ResponderEliminarme ha alegrado que este bloj NO este en ingles
ResponderEliminarRecuerda Sofía que blog va con G!! vas a tener que verlo más veces en inglés para no volver a ponerlo así :P Espero que te haya gustado y que si ves alguna de las películas que tenemos, nos comentes por aqui.
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