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jueves, 10 de noviembre de 2016

'Que Dios nos perdone': Radiografía de una castiza sociedad enferma y salvaje

Un asesino anda suelto en Madrid. Y no uno cualquiera. Sus víctimas son ancianas, viudas en su mayoría, a las que viola y termina asesinando con crueldad exacerbada, lo que ya detecta un patrón de conducta que evidencia un accidente traumático con la figura materna...

Y así, estamos en la capital de España. Concretamente, en el verano de 2011 y fundamentalmente en el barrio de Lavapiés, donde se suceden todas las muertes. En la jungla de asfalto que es Madrid en ese momento, dos inspectores: Álfaro (Roberto Álamo) y Velarde (Antonio de la Torre), se ocupan de investigar a contrarreloj estos asesinatos. Y mientras, la ciudad bulle entre la presión de los de arriba, la crisis económica, las Jornadas Mundiales de la Juventud y el 15-M. Todo condensado en un ambiente estresante, bochornoso y una pregunta que flota en ese aire condensado y sudoroso: ¿son tan distintos Velarde y Álfaro del asesino al que se enfrentan?....

Antonio de la Torre y Roberto Álamo protagonizan la magistral 'Que Dios nos perdone'

Después del buen sabor que dejó con Stockholm, de nuevo Rodrigo Sorogoyen, junto a Isabel Peña, vuelve a ahondar en la psique humana y su comportamiento en sociedad. Esta vez bajo el título de Que Dios nos perdone, un thiller muy duro, sucio y cruel. Un retrato de una sociedad desmoralizada, enferma y salvaje. El filme es como un descenso a los infiernos muy al estilo Seven, donde se nos presentan a dos investigadores, un psicópata y muchas preguntas y reflexiones en dos horas de metraje que pasan literalmente volados.

El peso del reparto recae en dos actores que están inmensos. Primero Roberto Álamo, impresionante dando vida al inspector Alfaro. Casi como ese Russell Crowe de L.A Confidential, Álamo dibuja un personaje violento, impaciente, chulo, descarado y brutalmente agresivo. Un policía de la vieja escuela. Un armario empotrado que es toda fuerza desmedida.

Los secundarios juegan una baza muy importante en la película.

Al igual que su compañero de reparto, Antonio de la Torre desata su talento -otra vez y qué bueno es- como equilibrio de la balanza. Él es Velarde, un sabueso metódico, con ese aire de Dustin Hoffman a la española y también con muchos desequilibrios emocionales. Para más inri es tartamudo, con principios de autismo, mental y físicamente acomplejado -vaya escenas más dramáticas comparte junto a María Ballesteros. Y con esas armas, los dos deben enfrentarse a un psicópata repugnante y vomitivo.

Eso sí, su trabajo gana más prestigio gracias al acompañamiento de perfectos secundarios. Especialmente: Javier Pereira, Luis Zahera y José Luis García Pérez. El primero, en casi una psicológica continuación de su rol en Stockholm; el segundo, por esa potencia que crea el clima de tensión permanente con los protagonistas y evidencia esa rivalidad en un cuerpo tan prestigioso como la Policía Nacional; y el tercero, porque representa magistralmente esa hipocresía institucional también deleznable con una interpretación muy sobria.

La otra cara sucia de Madrid

El guión de Que Dios nos perdone es una maravilla por lo que cuenta y como lo cuenta. Todo está perfectamente envuelto en ese aire de thriller policiaco. Cine negro donde se cumplen todos los cánones y, además, con una reflexión velada de la eterna lucha de clases entre el asesino y sus víctimas. Con mucha carga psicológica. Y un pensamiento que me viene a afirmar que si los argentinos tienen El secreto de sus ojos, nosotros tenemos nuestro Que Dios nos perdone.

Antonio de la Torre junto a Rodrigo Sorogoyen y Roberto Álamo en un momento del rodaje

Un filme, pues, para ser recordado en un futuro no muy lejano como una obra maestra de nuestro cine. Otro ejemplo más de la estupenda salud que goza el thriller español, que en un mismo año junta a esta película con mi admirada Tarde para la ira.

Si de por sí la trama dibujada por Sorogoyen es suficiente para levantar el aplauso, la escenografía es, además,  perfecta. Y ahí Madrid, concretamente la zona de Lavapiés, se erige como un tótem para robar protagonismo a sus actores. Los que somos asiduos a la ciudad en verano sentimos ese agobio del infierno, ese sudor que rebosa los poros y parece imposible combatir.

'Que Dios nos perdone' recoge también el trabajo minucioso de la Policía.

Rodrigo Sorogoyen, con su cámara, capta muy bien toda esa atmósfera donde se mueve la historia. Una trama sucia con esa otra cara igual o más sucia que tiene Madrid. Calles estrechas, bullicio de gente y un aire contaminado parecido al de las almas que las recorren. Toda esa angustia viene recogida en muchas secuencias, mezcladas en persecuciones cámara en mano que son puro espectáculo.

De esta manera queda confeccionada una película, mejor dicho, cine con mayúsculas que no deja indiferente. Son muchos los sentimientos que se remueven entre escena y escena, con Sorogoyen sujetando como a un caballo de carreras una historia que termina lanzándose al galope del Olimpo de esas películas que dejan poso y huella.



Ficha Técnica


Título original: Que Dios nos perdone

Año: 2016

Duración: 125 min.

Género: Thriller / Policiaco / Asesinos en serie

País: España España

Director: Rodrigo Sorogoyen

Guión: Isabel Peña, Rodrigo Sorogoyen

Música: Olivier Arson

Fotografía: Alejandro de Pablo

Reparto: Antonio de la Torre, Roberto Álamo, Javier Pereira, Luis Zahera, José Luis García Pérez, Mónica López, María Ballesteros, Rocío Muñoz-Cobo, Ciro Miró, Andrés Gertrúdix, Raquel Pérez, Silvia Casanova, Josean Bengoetxea

Premios: 2016: Festival de San Sebastián: Mejor guión
                2016: Premios Goya: Mejor actor (Roberto Álamo); 6 nominaciones
                2016: Premios Feroz: Mejor actor (Roberto Álamo)

Puntuación: 9/10

2 comentarios:

  1. Una muy buena critica de esta excelente película, te deja pegado a la butaca desde el principio hasta el fin, en ningún momento esperas el final que tiene

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  2. Muchas gracias. Totalmente de acuerdo con tu comentario. Las dos horas que dura pasan voladas

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