Del cielo al infierno por mentiroso. Así se resume la carrera de Lance Armstrong: campeón del mundo de ciclismo en ruta en 1993, siete veces consecutivas campeón del Tour de Francia y medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Sidney, entre otras victorias en carreras y clásicas. Otra vez el sueño americano truncado.
El texano llegó a ser considerado un mito dentro del ciclismo por su ejemplo de superación y lucha -venció al cáncer en 1996 y regresó a las carreteras para ganar todo aquello en lo que competía-. Un héroe a los ojos de muchos. Un ídolo que se demostró de barro en el año 2012, acusado de dopaje y despojado de sus triunfos en la ronda gala. El propio Lance lo reconoció, destapándose todo un sistema fraudulento donde el americano y sus compañeros de equipo usaban técnicas de dopaje difíciles de detectar en los controles de la época y que les convertía en 'superhombres' a pedales para resignación de sus competidores.
Ese entramado lo lleva a la gran pantalla el cineasta británico Stephen Frears (Alta Fidelidad, Philomena) bajo el título de The Program, junto al guionista nominado al Oscar por Trainspotting, John Hodge, que adapta la investigación periodística del periodista deportivo irlandés David Walsh.
Ben Foster (A dos metros bajo tierra, Warcraft: El origen) es el encargado de dar vida a Lance Armstrong, con una extraordinaria caracterización -prácticamente un calco del texano- y un trabajo interpretativo realmente bueno, a la altura de una película intensa y vibrante que nos lleva a toda velocidad por la oscura carrera del americano dentro del ciclismo.
The Program es un viaje documental por la vida profesional de Armstrong y como, movido por la ambición de ganar a toda costa, cae en las redes de la trampa. El deseo de triunfo e inmortalidad de Lance se fragua desde el momento en el que conoce a Johan Bruyneel -Denis Ménochet (Malditos Bastardos)- en una mañana lluviosa en Bélgica. Allí es testigo junto al corredor por entonces de la ONCE de la "exhibición" del Mapei en el pavés belga -triplete de Museeuw, Bortolami y Tafi-. Una victoria maquinada por el doctor Ferrari -Guillaume Canet (Feliz Navidad)- y su trabajo con la EPO, una sustancia que mejora el rendimiento de los deportistas.
Armstrong, por su fisionomía, no podía llegar a ser un corredor de grandes vueltas. Estaba un escalón por debajo de los más grandes, como certificaba el periodista irlandés David Walsh -Chris O'Dowd (Calvary). Por eso se echa en brazos de Ferrari para diseñar un programa de dopaje revolucionario, indetectable en los controles y consistente en medicamentos como la EPO y transfusiones de sangre manipulada -nos suena de ello la Operación Puerto-.
Walsh, que había entrevistado a Armstrong en sus inicios, es el único en ese momento que sospecha del texano y su técnica. El resto del mundo, por el contrario, estaba impresionado y maravillado por la historia de superación de un guerrero que había vencido al cáncer. Más en aquella edición, que venía precedida por el escándalo del Festina y la sentada de todo el pelotón en el Tour de 1998. Lance Armstrong había venido a rescatar al ciclismo del fango y la duda del dopaje. Era la nueva cara de este deporte.
En este punto, Frears remueve la emoción de los amantes del ciclismo, simultaneando imágenes de archivo con secuencias protagonizadas por Ben Foster. Estamos en el momento álgido de la carrera del texano y casi de la película, fiel a los acontecimientos. El trabajo del director británico mezcla así realidad y ficción con buen tino, preparándonos para el conflicto dramático que estalla con la aparición de Floyd Landis -Jesse Plemons (Black Mass)-.
Landis sustituyó a Tyler Hamilton como escudero de Lance Armstrong, y como todo miembro del US Postal, formaba parte el programa de dopaje del que algunos ciclistas, como Simeoni, ya estaban alertando a las autoridades. Un hecho que también destaca Frears y que muchos aficionados a este deporte recordarán, cuando el texano salía a todos los intentos de fuga del corredor italiano en movimientos totalmente incomprensibles, teniendo en cuenta el rol de uno y otro en la carrera -y al que amenaza cual capo siciliano-.
Acciones de este tipo, filmadas con primeros planos brillantes, nos muestran como Armatrong y su equipo funcionaban como La Cosa Nostra. Una mafia organizada con el padrino -Lance- y sus capos -Ferrari, Bruyneel y compañía-, amedrentando a quienes osaban poner en cuestión su modus operandi. Y, paralelamente, transcurren las pesquisas de Walsh, el Némesis del texano, que en la pantalla se plasma en un duelo interpretativo brutal entre Foster y O'Dowd.
Así la película va ganando más puntos en tanto que se funden el thriller, el drama y la acción con ese cine de investigación periodística, que poco a poco va ganando protagonismo a medida que las imágenes se consumen como etapas del Tour.
En la historia de Armstrong y sus 'compinches' no hay nada épico. Tampoco en Landis, al que se intenta lavar su imagen -dio positivo en el Tour que posteriormente se adjudicó a Pererio, y tras negarlo siempre, reconoció doparse y colaboró con la USADA- en el que tal vez es el punto más flaco de la cinta -ese y el de no elegir a un actor español para dar vida a Contador-, a pesar de que Plemons está correcto.
Cada mes de julio Francia se llenaba de banderas con las barras y estrellas. Eso sumado a las televisiones de medio mundo que seguían sin perder detalle cada tramo de las carreteras galas. Una gallina de los huevos de oro que acabaron por confirmarse podridos -minutos de calidad siempre los de Dustin Hoffman-.
Bien es cierto que Frears no hace leña del árbol caído con el descenso a los infiernos de Armstrong. Durante casi dos horas nos ha dado todo el material para que nosotros mismos saquemos nuestras propias conclusiones. De hecho, a la salida del cine, una compañera me preguntaba que si la película dejaba entrever que Contador, tras el regreso de Lance en 2009 a Astana, estaba en el ajo -un conflicto emocionante-. Eso lo tendrá que descubrir cada uno cuando acabe de digerir lo que ha visto.
Y eso no es otra cosa que imágenes realmente crudas de un programa de dopaje sistemático. Autobuses convertidos en laboratorios de la trampa. Jeringuillas, medicamentos y sangre manipulada que nos engañó durante una época que muchos como yo, vibramos frente al televisor y los márgenes de las carreteras.
Pero como el propio Walsh reconocía, amamos a este deporte. Nos sobrepusimos a tantos golpes y, hoy día, el ciclismo es el más controlado. Tiene la fama mientras otros cardan la lana y películas como la de Frears quizá no ayuden a simple vista a mejorar su imagen. Pero con el paso de los días descubrirás que denunciando a los Armstrong de turno se salva un deporte tan noble. Ese es el camino y esa es la prueba de que la película, funciona. Larga vida al cine. Larga vida al ciclismo.
Título original: The Program
Año: 2015
Duración: 103 min.
Género: Drama / Deporte / Periodismo / Hechos Reales
País: Reino Unido
Director: Stephen Frears
Guión: John Hodge
Música: Alex Heffes
Fotografía: Danny Cohen
Reparto: Ben Foster, Chris O'Dowd, Jesse Plemons, Guillaume Canet, Lee Pace, Dustin Hoffman, Denis Ménochet, Elaine Cassidy, Laura Donnelly, Edward Hogg, Chris Larkin, Jorge Leon Martinez, Michael G. Wilson, Lucien Guignard
Puntuación: 7,5/10
El texano llegó a ser considerado un mito dentro del ciclismo por su ejemplo de superación y lucha -venció al cáncer en 1996 y regresó a las carreteras para ganar todo aquello en lo que competía-. Un héroe a los ojos de muchos. Un ídolo que se demostró de barro en el año 2012, acusado de dopaje y despojado de sus triunfos en la ronda gala. El propio Lance lo reconoció, destapándose todo un sistema fraudulento donde el americano y sus compañeros de equipo usaban técnicas de dopaje difíciles de detectar en los controles de la época y que les convertía en 'superhombres' a pedales para resignación de sus competidores.
Ben Foster (A dos metros bajo tierra, Warcraft: El origen) es el encargado de dar vida a Lance Armstrong, con una extraordinaria caracterización -prácticamente un calco del texano- y un trabajo interpretativo realmente bueno, a la altura de una película intensa y vibrante que nos lleva a toda velocidad por la oscura carrera del americano dentro del ciclismo.
Ben Foster, como Lance Armstrong, y Denis Ménochet, como Johan Bruyneel (Vértigo Films). |
The Program es un viaje documental por la vida profesional de Armstrong y como, movido por la ambición de ganar a toda costa, cae en las redes de la trampa. El deseo de triunfo e inmortalidad de Lance se fragua desde el momento en el que conoce a Johan Bruyneel -Denis Ménochet (Malditos Bastardos)- en una mañana lluviosa en Bélgica. Allí es testigo junto al corredor por entonces de la ONCE de la "exhibición" del Mapei en el pavés belga -triplete de Museeuw, Bortolami y Tafi-. Una victoria maquinada por el doctor Ferrari -Guillaume Canet (Feliz Navidad)- y su trabajo con la EPO, una sustancia que mejora el rendimiento de los deportistas.
Armstrong, por su fisionomía, no podía llegar a ser un corredor de grandes vueltas. Estaba un escalón por debajo de los más grandes, como certificaba el periodista irlandés David Walsh -Chris O'Dowd (Calvary). Por eso se echa en brazos de Ferrari para diseñar un programa de dopaje revolucionario, indetectable en los controles y consistente en medicamentos como la EPO y transfusiones de sangre manipulada -nos suena de ello la Operación Puerto-.
La Cosa Nostra del ciclismo
Dos años después de superar el cáncer de testículo que le retiró del ciclismo en 1996, Armstrong y Ferrari se ponen manos a la obra en poner en práctica su dopaje sistemático, creando el US Postal, heredero de Motorola, bajo la dirección de Bruyneel. El americano, pletórico y contra todo pronóstico arrasa en el Tour de 1999. Como una locomotora subía por los Pirineos y Los Alpes, llevado en volandas por un equipo con súper en vez de sangre en las venas.Walsh, que había entrevistado a Armstrong en sus inicios, es el único en ese momento que sospecha del texano y su técnica. El resto del mundo, por el contrario, estaba impresionado y maravillado por la historia de superación de un guerrero que había vencido al cáncer. Más en aquella edición, que venía precedida por el escándalo del Festina y la sentada de todo el pelotón en el Tour de 1998. Lance Armstrong había venido a rescatar al ciclismo del fango y la duda del dopaje. Era la nueva cara de este deporte.
'The Program' es la escenificación de un sistema de dopaje revolucionario en el deporte (Vértigo Films). |
En este punto, Frears remueve la emoción de los amantes del ciclismo, simultaneando imágenes de archivo con secuencias protagonizadas por Ben Foster. Estamos en el momento álgido de la carrera del texano y casi de la película, fiel a los acontecimientos. El trabajo del director británico mezcla así realidad y ficción con buen tino, preparándonos para el conflicto dramático que estalla con la aparición de Floyd Landis -Jesse Plemons (Black Mass)-.
Landis sustituyó a Tyler Hamilton como escudero de Lance Armstrong, y como todo miembro del US Postal, formaba parte el programa de dopaje del que algunos ciclistas, como Simeoni, ya estaban alertando a las autoridades. Un hecho que también destaca Frears y que muchos aficionados a este deporte recordarán, cuando el texano salía a todos los intentos de fuga del corredor italiano en movimientos totalmente incomprensibles, teniendo en cuenta el rol de uno y otro en la carrera -y al que amenaza cual capo siciliano-.
Jesse Plemons es Floyd Landis, que como todo el US Postal participó en el programa de dopaje de Lance (Vértigo Films). |
Acciones de este tipo, filmadas con primeros planos brillantes, nos muestran como Armatrong y su equipo funcionaban como La Cosa Nostra. Una mafia organizada con el padrino -Lance- y sus capos -Ferrari, Bruyneel y compañía-, amedrentando a quienes osaban poner en cuestión su modus operandi. Y, paralelamente, transcurren las pesquisas de Walsh, el Némesis del texano, que en la pantalla se plasma en un duelo interpretativo brutal entre Foster y O'Dowd.
Así la película va ganando más puntos en tanto que se funden el thriller, el drama y la acción con ese cine de investigación periodística, que poco a poco va ganando protagonismo a medida que las imágenes se consumen como etapas del Tour.
Frears despoja al ciclismo de su heroicidad
Artísticamente hablando, The Program sigue la senda de otros trabajos de Frears, como Philomena. Basada en hechos reales e inspiradas en la denuncia de las malas prácticas en el deporte, en este caso el ciclismo. Frears y Hodge despojan al deporte del pedal de esa heroicidad que significa para muchos de nosotros -ya se hizo anteriormente con La bici de Ghislain Lambert de forma más cómica-.El US Postal al completo participó en el programa de Armstrong, considerados en el pelotón: el tren azul (Vértigo Films). |
En la historia de Armstrong y sus 'compinches' no hay nada épico. Tampoco en Landis, al que se intenta lavar su imagen -dio positivo en el Tour que posteriormente se adjudicó a Pererio, y tras negarlo siempre, reconoció doparse y colaboró con la USADA- en el que tal vez es el punto más flaco de la cinta -ese y el de no elegir a un actor español para dar vida a Contador-, a pesar de que Plemons está correcto.
Una máquina humana de hacer dinero
¿Por qué se tardó tanto en descubrir el engaño de Armstrong? Básicamente porque el americano era una máquina de hacer dinero. No solo él se hizo de oro, si no todo lo que tocaba y por supuesto el Tour, cómplice al tapar el positivo de Lance en una de las ediciones, se beneficiaba de este Rey Midas del pedal.Lance Armstrong se impuso durante siete años consecutivos en la ronda gala (Vértigo Films). |
Cada mes de julio Francia se llenaba de banderas con las barras y estrellas. Eso sumado a las televisiones de medio mundo que seguían sin perder detalle cada tramo de las carreteras galas. Una gallina de los huevos de oro que acabaron por confirmarse podridos -minutos de calidad siempre los de Dustin Hoffman-.
Bien es cierto que Frears no hace leña del árbol caído con el descenso a los infiernos de Armstrong. Durante casi dos horas nos ha dado todo el material para que nosotros mismos saquemos nuestras propias conclusiones. De hecho, a la salida del cine, una compañera me preguntaba que si la película dejaba entrever que Contador, tras el regreso de Lance en 2009 a Astana, estaba en el ajo -un conflicto emocionante-. Eso lo tendrá que descubrir cada uno cuando acabe de digerir lo que ha visto.
Chris O'Dowd, como el periodista David Walsh que destapó el caso Armstrong (Vértigo Films). |
Y eso no es otra cosa que imágenes realmente crudas de un programa de dopaje sistemático. Autobuses convertidos en laboratorios de la trampa. Jeringuillas, medicamentos y sangre manipulada que nos engañó durante una época que muchos como yo, vibramos frente al televisor y los márgenes de las carreteras.
Pero como el propio Walsh reconocía, amamos a este deporte. Nos sobrepusimos a tantos golpes y, hoy día, el ciclismo es el más controlado. Tiene la fama mientras otros cardan la lana y películas como la de Frears quizá no ayuden a simple vista a mejorar su imagen. Pero con el paso de los días descubrirás que denunciando a los Armstrong de turno se salva un deporte tan noble. Ese es el camino y esa es la prueba de que la película, funciona. Larga vida al cine. Larga vida al ciclismo.
Ficha Técnica
Título original: The Program
Año: 2015
Duración: 103 min.
Género: Drama / Deporte / Periodismo / Hechos Reales
País: Reino Unido
Director: Stephen Frears
Guión: John Hodge
Música: Alex Heffes
Fotografía: Danny Cohen
Reparto: Ben Foster, Chris O'Dowd, Jesse Plemons, Guillaume Canet, Lee Pace, Dustin Hoffman, Denis Ménochet, Elaine Cassidy, Laura Donnelly, Edward Hogg, Chris Larkin, Jorge Leon Martinez, Michael G. Wilson, Lucien Guignard
Puntuación: 7,5/10
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