Si crees en Dios, crees en el demonio; y viceversa. Pero la represión en la creencia del uno sobre el otro alimenta al contrario. Lo que es lo mismo que cuanto más se reprime al oponente, más atractivo se le hace. Una reflexión filosófica que da para mucho y que está latente en La bruja, película escrita y dirigida por Robert Eggers, aclamado como mejor director en el Festival de Sundance.
Egger nos traslada a la Nueva Inglaterra del siglo XVII, en concreto 1630. En un pequeño poblado de colonos británicos que practican un cristianismo muy ortodoxo, más próximo al Antiguo que al Nuevo Testamento. Una diferencia muy importante para entender la trama, ya que la concepción que impera en el filme es la de Dios como ese ser supremo vengativo y represor al que hay que tener. Lo que deriva en una vida de castigo y sufrimiento, una ventana por donde entrará "el maligno".
Y así delante de la pantalla tenemos a una familia compuesta por 7 miembros -padre, madre, hija mayor, hijo, mellizos y un bebé- que es expulsada por diferencias teológicas con los jefes de la comunidad, viéndose obligados a emigrar al bosque cercano donde, dice la leyenda, reside una fuerza maligna sobrenatural. En ese ambiente sombrío comienzan su nueva vida hasta que sucesos paranormales y la idea de que una bruja acecha a la familia desata la tragedia, enfrentando a unos con otros y con sospechas de posesión demoníaca que hará tambalear al núcleo entre el terror y la mentira.
La bruja no es una película de terror al uso. No hay sustos fáciles ni fantasmas o criaturas del averno que provoquen pánico y se vean como tal. Todo lo contrario, el mal es humano, más terrenal. La película de Eggers nos habla de los demonios que habitan en nosotros, fruto de la represión provocada por el fundamentalismo religioso -en este caso el cristianismo anglosajón en la Norteamérica colonial-. Demonios que están ahí y que no se les ve.
Con un ambiente a caballo entre El bosque se Shyamalan y El crisol de Scorsese, el trabajo de Robert Eggers juega con el miedo a lo desconocido, a eso que no se ve pero que se intuye está ahí. De hecho la bruja es esa metáfora del mal que nos rodea, porque si se cree en el bien se cree en su contrario, y como he empezado este análisis, el sobrepoder de uno alimenta al otro y sus tentaciones -patente en la tensión sexual entre los dos hijos mayores-. No hay una mujer con verrugas, escoba y gato negro que atormente a la familia, sino son sus propios miedos los que crean esa desconfianza entre ellos hasta casi llevarlos a la locura y la paranoia.
Aunque eso sí, Eggers se vale del imaginario colectivo -como la mítica figura del carnero, encarnación de Lucifer, o un esperpéntico aquelarre- para sostener el peso del argumento y que al espectador le suene lo que está viendo. Que no es otra cosa que una película inquietante y efectiva, aunque a veces algo densa y repetitiva en el mensaje, lo que quizá la haga cometer algún traspié que otro, aunque se deje ver.
Porque finalmente La bruja logra digerirse con buenos momentos de tensión bien filmados. Sobre todo gracias a la ambientación. Primero porque se ha rodado con luz natural en los exteriores y velas en los interiores para construir esa atmósfera de misterio, logrando claro oscuros perfectos donde se enfrentan el bien contra el mal. Y segundo, porque se juega con la música para crear la tensión necesario en este tipo de películas.
Aunque La bruja es más una película para reflexionar sobre el fundamentalismo y la represión que hoy día no se han evaporado, que un filme para asustar sin más. Y también para mostrarnos que no hay que buscar fuera ni al demonio ni a Dios, sino que ambos están presentes en nosotros mismos -una lectura similar a la que Anthony Hopkins nos regala en El rito-. Que la disfruten.
Título original: The Witch
Año: 2015
Duración: 92 min.
Género: Terror / Intriga / Drama
País: Estados Unidos
Director: Robert Eggers
Guión: Robert Eggers
Música: Mark Korven
Fotografía: Jarin Blaschke
Reparto: Anya Taylor-Joy, Ralph Ineson, Kate Dickie, Harvey Scrimshaw, Lucas Dawson, Ellie Grainger, Julian Richings, Bathsheba Garnett, Sarah Stephens, Jeff Smith
Puntuacción: 6,5/10
Egger nos traslada a la Nueva Inglaterra del siglo XVII, en concreto 1630. En un pequeño poblado de colonos británicos que practican un cristianismo muy ortodoxo, más próximo al Antiguo que al Nuevo Testamento. Una diferencia muy importante para entender la trama, ya que la concepción que impera en el filme es la de Dios como ese ser supremo vengativo y represor al que hay que tener. Lo que deriva en una vida de castigo y sufrimiento, una ventana por donde entrará "el maligno".
Los dos hijos mayores juegan una baza importante en el desarrollo de 'La bruja' (Universal) |
Y así delante de la pantalla tenemos a una familia compuesta por 7 miembros -padre, madre, hija mayor, hijo, mellizos y un bebé- que es expulsada por diferencias teológicas con los jefes de la comunidad, viéndose obligados a emigrar al bosque cercano donde, dice la leyenda, reside una fuerza maligna sobrenatural. En ese ambiente sombrío comienzan su nueva vida hasta que sucesos paranormales y la idea de que una bruja acecha a la familia desata la tragedia, enfrentando a unos con otros y con sospechas de posesión demoníaca que hará tambalear al núcleo entre el terror y la mentira.
La bruja no es una película de terror al uso. No hay sustos fáciles ni fantasmas o criaturas del averno que provoquen pánico y se vean como tal. Todo lo contrario, el mal es humano, más terrenal. La película de Eggers nos habla de los demonios que habitan en nosotros, fruto de la represión provocada por el fundamentalismo religioso -en este caso el cristianismo anglosajón en la Norteamérica colonial-. Demonios que están ahí y que no se les ve.
A pesar de las adversidades, el cabeza de familia intentará 'salvar' a los suyos (Universal). |
Con un ambiente a caballo entre El bosque se Shyamalan y El crisol de Scorsese, el trabajo de Robert Eggers juega con el miedo a lo desconocido, a eso que no se ve pero que se intuye está ahí. De hecho la bruja es esa metáfora del mal que nos rodea, porque si se cree en el bien se cree en su contrario, y como he empezado este análisis, el sobrepoder de uno alimenta al otro y sus tentaciones -patente en la tensión sexual entre los dos hijos mayores-. No hay una mujer con verrugas, escoba y gato negro que atormente a la familia, sino son sus propios miedos los que crean esa desconfianza entre ellos hasta casi llevarlos a la locura y la paranoia.
Aunque eso sí, Eggers se vale del imaginario colectivo -como la mítica figura del carnero, encarnación de Lucifer, o un esperpéntico aquelarre- para sostener el peso del argumento y que al espectador le suene lo que está viendo. Que no es otra cosa que una película inquietante y efectiva, aunque a veces algo densa y repetitiva en el mensaje, lo que quizá la haga cometer algún traspié que otro, aunque se deje ver.
La oscuridad de los interiores ayuda a impulsar la tensión de la trama (Universal). |
Porque finalmente La bruja logra digerirse con buenos momentos de tensión bien filmados. Sobre todo gracias a la ambientación. Primero porque se ha rodado con luz natural en los exteriores y velas en los interiores para construir esa atmósfera de misterio, logrando claro oscuros perfectos donde se enfrentan el bien contra el mal. Y segundo, porque se juega con la música para crear la tensión necesario en este tipo de películas.
Aunque La bruja es más una película para reflexionar sobre el fundamentalismo y la represión que hoy día no se han evaporado, que un filme para asustar sin más. Y también para mostrarnos que no hay que buscar fuera ni al demonio ni a Dios, sino que ambos están presentes en nosotros mismos -una lectura similar a la que Anthony Hopkins nos regala en El rito-. Que la disfruten.
Ficha Técnica
Título original: The Witch
Año: 2015
Duración: 92 min.
Género: Terror / Intriga / Drama
País: Estados Unidos
Director: Robert Eggers
Guión: Robert Eggers
Música: Mark Korven
Fotografía: Jarin Blaschke
Reparto: Anya Taylor-Joy, Ralph Ineson, Kate Dickie, Harvey Scrimshaw, Lucas Dawson, Ellie Grainger, Julian Richings, Bathsheba Garnett, Sarah Stephens, Jeff Smith
Puntuacción: 6,5/10
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