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viernes, 30 de enero de 2015

'Bloody Sunday (Domingo sangriento)': "Fuck the revolution"

El conflicto de Irlanda del Norte ha servido de aliciente a muchos cineastas británicos para plasmar en pantalla, desde varios puntos de vista, la crudeza de una contienda enquistada en años de luchas y distanciamiento entre republicanos, unionistas y las fuerzas armadas dependientes del Gobierno de Londres. Sus disputas han vivido episodios tremendamente trágicos, como el del 30 de enero de 1972 en Londonderry, más conocido como el Bloody Sunday.

En aquellos días, Irlanda del Norte era un avispero. Estaba claro que la más mínima salida de tono desbordaría unos sentimientos a flor de piel entre una población dividida por los que querían seguir el camino armado y los que apostaban por la vía del diálogo para resolver el conflicto, como el caso de Ivan Cooper -que quiso seguir el ejemplo de Martin Luther King o Gandhi- y la Asociación por los derechos civiles de Irlanda del Norte. Y así ocurrió aquel fatídico domingo de principios de los setenta, en el que 14 personas fueron asesinadas y más de 30 heridas por la brigada paracaidista británica, cuando se manifestaban pacíficamente en Londonderry.

James Nesbitt se mete en la piel del activista por los derechos civiles Ivan Cooper.

Paul Greengrass recoge estos desafortunados incidentes en la película Bloody Sunday. El creador de la saga Bourne revisa el 'Domingo Sangriento' desde varias perspectivas, entre las que destacan la del IRA, casi residual en aquel momento, la policía junto el ejército y la de los manifestantes convocados por el NICRA y el propio Cooper, interpretado por James Nesbitt (Millones).

Con su clásico movimiento vertiginoso de la cámara al hombro y como si de un documental se tratara, Greengrass introduce su objetivo en los momentos previos al choque entre manifestantes y las fuerzas armadas, demostrando una vez más esa destreza al alcance de muy pocos. Así, el realizador inglés va situando al espectador, con un deje acertadamente subjetivo, en cada punto exacto que va a confluir posteriormente en los duros altercados de sobra conocidos.

Paul Greengrass muestra con crudeza el brutal ensañamiento del ejército británico contra los manifestantes.

Es evidente que la minuciosa utilización de planos cortos y contraplanos ponen de manifiesto la calidad de Greengraas en el manejo de la cámara. Pero si esto es digno de alabanza, no lo es menos su capacidad innata de narrar con pelos y señales, con toda la crudeza del mundo y con una sinceridad infinita, unos hechos que producen rabia, nos transportan de lleno a las calles de Derry y que, desgraciadamente, solo podemos contemplar estupefactos delante el televisor, sin nada que hacer salvo lamentarnos por lo que estamos presenciando.

Un grupo reducido de manifestantes lanzó piedras al ejército que respondió desproporcionadamente.

Este dolor queda patente en la que se puede denominar segunda parte de la cinta, compuesta por la acción propiamente dicha. Muy fiel a la realidad e los hechos, el director muestra el ensañamiento de la carga del ejército contra los manifestantes. Es en este momento cuando la sangre de los pacíficos activistas empaña las calles y la cámara. Como si de animales se tratara, son perseguidos con una brutalidad impresionante por las calles llenas de barricadas y humo que se mete hasta los pulmones, provocando un sofoco a la altura de muy pocos filmes.

El triunfo del mal

A parte de ser un documento impecable de lo que sucedió aquel 30 de enero de 1972, Bloody Sunday también enseña la eterna disputa del bien contra el mal. En el primer grupo, como no podía ser de otra forma, el cineasta engloba al NICRA, Cooper y ciertos estamentos de la policía y el ejército que, sin poder efectivo alguno, intentan desafortunadamente reconducir la situación. Por contra, el bando del terror lo componen el propio IRA y los mandos armados paracaidistas que emboscaron con saña a los manifestantes en varios puntos por los que discurría la manifestación, aprovechando el lanzamiento de piedras de un reducido grupo de jóvenes.

El intento de Cooper por resolver pacíficamente el conflicto quedó enterrado por la violencia del IRA.

La visión de la juventud norirlandesa también está cubierta por la cámara de Greengrass, adelantándose a la consecuencia inmediata de los brutales altercados. Esa no fue otra que el triunfo del mal. Después de aquel día de infausto recuerdo, la vía pacífica para resolver el conflicto quedó enterrada por la violencia del IRA. La banda terrorista sufrió un aluvión de apoyo juvenil que, llevados por el odio y la venganza, instauró el terror en todo el Reino Unido durante un cuarto de siglo más.

Aquel maldito 'Domingo Sangriento' provocó muchas heridas que a día de hoy aun no han cicatrizado. Sonrojó a toda una clase política y militar que no supo imponerse al terror y se dejó llevar por instintos asesinos propio de alimañas. Puso de manifiesto que la revolución que acaba con niños, hombres y mujeres inocentes no tiene ningún tipo de gloria. Y por si quedaba alguna duda U2, con Bono y su "Fuck the Revolution" los plasmaron apasionadamente en su versión del 'Bloody Sunday'.



Ficha Técnica


Título original: Bloody Sunday

Año: 2002

Género: Drama / Hechos Reales

Duración: 107 min.

País: Reino Unido 

Director: Paul Greengrass

Guión: Paul Greengrass

Música: Dominic Muldoon

Fotografía: Ivan Strasburg

Reparto: James Nesbitt, Allan Gildea, Gerard Crossan, Mary Moulds, Carmel McCallion, Tim Pigott-Smith, Nicholas Farrell, Gerard Mcsorley, Kathy Kiera Clarke, Declan Duddy, Mike Edwards, Eva Birthistle

Premios: 2002: Festival de Berlín: Oso de Oro (ex aequo con "El viaje de Chihiro").
               2002: Sundance: Premio del Público
               2002: Premios BAFTA TV: Mejor fotografía. 5 nominaciones, incluyendo mejor telefilme

Puntuación: 10/10

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