La comedia también tiene nombre sueco. El país escandinavo no solo vive del grandísimo talento que derrochó en sus películas Ingmar Bergam (Fresas Salvajes, El séptimo sello) sino que de vez en cuando también sorprende con productos alejados de los estereotipados dramas, la seriedad, cuando no frialdad que suele caracterizar al pueblo nórdico en el ideario colectivo.
Una muestra de este hecho, aunque con matices, es el último trabajo que lleva la firma de Felix Herngren: El abuelo que saltó por la ventana y se largó. El nombre, que se las trae, adapta el bet-seller homónimo de Jonas Jonasson, que ha vendido hasta el momento más de seis millones de ejemplares en todo el mundo. Y realmente pocas veces se ve un título tan fidedigno a los acontecimientos que se relatan.
El filme narra la vida de Allan Karlson, a priori un anciano del montón que en su centenario cumpleaños, recluido en un geriátrico y a punto de recibir los honores de las autoridades, decide saltar por la ventana y prorrogar hasta donde lleguen las fuerzas una vida de fábula. Y es que desde recién nacido, Karlson ha vivido un sinfín de experiencias que se dispone a relatar a modo de recuerdo autobiógrafico con todo aquel que se encuentra a su paso. Una especie de Forrest Gump a la sueca pero, desde luego, sin la chispa y la gracia de la obra maestra de Zemeckis.
Como hiciera el director norteamericano, Herngren utiliza el recurso del flashback para llevar al espectador por un viaje en tono cómico -permítanme poner en duda muchos de ellos- a través del devenir de Europa en el siglo XX. El personaje interpretado por Robert Gustafson, que recrea al protagonista desde su juventud hasta la vejez en un duro trabajo de maquillaje bien realizado, es un sujeto inocente, con una filosofía de vida muy llana, amante de los explosivos y que, sin quererlo ni beberlo, participa en los pasajes históricos más rimbombantes del pasado siglo.
Desde la Revolución Rusa, a la Guerra Civil española, pasando por fiestas de alto copete con el general Franco y el líder soviético Joseph Stalin, retratados de forma caricaturesca y satírica; hasta trabajar de espía doble para la CIA y la URSS en plena Guerra Fría y asistir -para más inri como precursor- a la caída del muro de Berlín con Reegan y Gorbachov de testigos, son algunos de los acontecimientos que le valen al director escandinavo para acompañar a la trama principal, más sencilla de lo que en principio parece. Una mezcla de pasado y presente en más de una ocasión amarga y que no consigue engañar a medida que transcurre cada fotograma.
Porque la retrospectiva de estos sucesos vienen a la memoria de Karlson mientras se encuentra inmerso de forma inconsciente en una trama delictiva que implica a mafiosos de poca monta y un maletín de 50 millones de euros -muy parecido a la trama de Snatch. Cerdos y diamantes, donde además Alan Ford calca su personaje de 'El ladrillo'- que, fruto del azar y la oportunidad que han singularizado su vida desde pequeño, cae en sus manos en la estación de ferrocarril desencadenado persecuciones, explosiones y demás situaciones que, de vez en cuando, logran sacar una sonrisa.
La interminable inocencia de Gustafsson cansa en muchas secuencias de la película. Los buenos y malos, todos encorsetados y bien identificados, saben cuál será su destino desde el momento en que aparecen en pantalla. Cierto es que estamos ante un producto ligero, de verano y que solo persigue entretener, pero algunas escenas, teóricamente divertidas, se advierten mucho antes de que vayan a suceder por ser casi una rutina, lo que hace que el trabajo de Herngren pierda frescura.
Lejos de esos debes que empañan esta historia interesante, hay que reconocer el mérito del guionista y realizador sueco, que consigue sacar adelante esta comedia con un protagonista de avanzada edad que robará el corazón a muchos -sobre todo los de su generación- por su simplista lógica, pero que no es más que una repetición de otros personajes sobradamente conocidos en películas con más empaque que la obra del director nórdico. A seguir intentándolo, Suecia.
Una muestra de este hecho, aunque con matices, es el último trabajo que lleva la firma de Felix Herngren: El abuelo que saltó por la ventana y se largó. El nombre, que se las trae, adapta el bet-seller homónimo de Jonas Jonasson, que ha vendido hasta el momento más de seis millones de ejemplares en todo el mundo. Y realmente pocas veces se ve un título tan fidedigno a los acontecimientos que se relatan.
La película hace honor a su título desde los primeros fotogramas. |
El filme narra la vida de Allan Karlson, a priori un anciano del montón que en su centenario cumpleaños, recluido en un geriátrico y a punto de recibir los honores de las autoridades, decide saltar por la ventana y prorrogar hasta donde lleguen las fuerzas una vida de fábula. Y es que desde recién nacido, Karlson ha vivido un sinfín de experiencias que se dispone a relatar a modo de recuerdo autobiógrafico con todo aquel que se encuentra a su paso. Una especie de Forrest Gump a la sueca pero, desde luego, sin la chispa y la gracia de la obra maestra de Zemeckis.
Como hiciera el director norteamericano, Herngren utiliza el recurso del flashback para llevar al espectador por un viaje en tono cómico -permítanme poner en duda muchos de ellos- a través del devenir de Europa en el siglo XX. El personaje interpretado por Robert Gustafson, que recrea al protagonista desde su juventud hasta la vejez en un duro trabajo de maquillaje bien realizado, es un sujeto inocente, con una filosofía de vida muy llana, amante de los explosivos y que, sin quererlo ni beberlo, participa en los pasajes históricos más rimbombantes del pasado siglo.
Karlson ha vivido los momentos más trascendentales del siglo XX. |
Porque la retrospectiva de estos sucesos vienen a la memoria de Karlson mientras se encuentra inmerso de forma inconsciente en una trama delictiva que implica a mafiosos de poca monta y un maletín de 50 millones de euros -muy parecido a la trama de Snatch. Cerdos y diamantes, donde además Alan Ford calca su personaje de 'El ladrillo'- que, fruto del azar y la oportunidad que han singularizado su vida desde pequeño, cae en sus manos en la estación de ferrocarril desencadenado persecuciones, explosiones y demás situaciones que, de vez en cuando, logran sacar una sonrisa.
La pesadez de repetir las bromas
El abuelo que saltó por la ventana y se largó tiene un argumento entretenido y llamativo para las fechas en las que se estrena; con bromas y gags divertidos que desgraciadamente se repiten en numerosas ocasiones hasta completar las casi dos horas de duración. Un déjà vu tras otro que provoca pesadez en algunos momentos del filme.Los personajes están estereotipados. |
Lejos de esos debes que empañan esta historia interesante, hay que reconocer el mérito del guionista y realizador sueco, que consigue sacar adelante esta comedia con un protagonista de avanzada edad que robará el corazón a muchos -sobre todo los de su generación- por su simplista lógica, pero que no es más que una repetición de otros personajes sobradamente conocidos en películas con más empaque que la obra del director nórdico. A seguir intentándolo, Suecia.
Ficha Técnica
Título original: Hundraåringen som klev ut genom fönstret och försvann
Año: 2013
Género: Comedia / Aventuras
Duración: 114 min.
País: Suecia
Director: Felix Herngren
Guión: Felix Herngren, Hans Ingemansson (Novela: Jonas Jonasson)
Fotografía: Göran Hallberg
Reparto: Robert Gustafsson, Iwar Wiklander, David Wiberg, Alan Ford, Mia Skäringer, Georg Nikoloff, Bianca Cruzeiro, Cory Peterson
Premios: 2015: Premios Oscar: Nominada a mejor maquillaje
2014: Premios del Cine Europeo: Nominada al Premio del Público
2014: Premios Goya: Nominada a Mejor película europea
2013: Premios Guldbagge: Premio del público. 4 nominaciones
Premios: 2015: Premios Oscar: Nominada a mejor maquillaje
2014: Premios del Cine Europeo: Nominada al Premio del Público
2014: Premios Goya: Nominada a Mejor película europea
2013: Premios Guldbagge: Premio del público. 4 nominaciones
Puntuación: 5,5/10
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